Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Rescatar a Boabdil

Una buena derrota es mejor que esas épicas luchas suicidas que a nadie benefician a la larga

Sentir afecto por nuestro rey más granadino es casi obligado a poco que se acerque uno a su figura eternizarda por la leyenda, el romanticismo y la historia. Abu 'Abd Allah Muhammad ibn Abi il-Hasan 'Ali, 'El desdichado' 'Boabdil el chico' perdió Granada para los suyos y se cargó por siempre con la cruz (nunca mejor dicho) de pasar a la historia como el derrotado, el débil, el que perdió el paraíso con el azote legendario añadido de una madre despechada que le fustigó en su destierro con aquella condena tan lapidaria al llanto por lo que dejaba atrás.

Desde la localidad de Otura surgió recientemente la estupenda idea de crear una ruta que uniera los pueblos que recorrió en su destierro y así rescatar/revisar su legado y su figura que, para algunos entre los que me incluyo, habría que encajar en la de un hombre más inteligente que descerebrado que, ante la inevitable pérdida de un reino, optó por salvar la ciudad que tanto amaba. Mucho le debemos los que ahora disfrutamos de este abrumador legado intacto para los siglos postreros gracias a que un sultán guerrero pero pacifista y pactista supo reconocer lo inevitable y negociar una paz honrosa para su pueblo.

Una buena derrota es mejor que esas épicas luchas suicidas que a nadie benefician a la larga. Por eso hay que replantearse el papel de este rey y ahondar en su biografía, especialmente en su etapa más oculta después de dejar Granada y seguir por décadas viviendo en Fez donde aún se busca su tumba.

En Granada, tan dada al olvido, falta una buena estatua que honre la memoria de este rey sensato y culto, amante de las artes más que de las armas, prisionero de unas circunstancias ingobernables y, aún así, salvador de su pueblo y de una identidad musulmana que aún perduró por décadas conviviendo con los nuevos dueños, para ejemplo de los siglos venideros.

Rescatar para nuestra ciudad sus enseres personales (sus espadas y vestiduras capturadas como botín de guerra) repartidos por museos y casas nobiliarias de toda Europa; realizar algún congreso o gran exposición de cara a su quinto centenario en 2033; apoyar esa estatua en su recuerdo; o recorrer esta nueva ruta de Boabdil que partirá de Otura (o de Granada, claro) son formas de demostrar desde lo más íntimo que la memoria de nuestro rey más recordado y entrañable, más nuestro, sigue y seguirá viva en la ciudad que lo vio nacer y alejarse para nunca más volver en vida.

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