Cambia, todo cambia

Rescatar Santa Inés

La empresa que lo alquiló no ha ejercido la opción de compra en plazo. El Ayuntamiento puede romper el compromiso sin coste

Estamos asistiendo en directo al crecimiento de una nueva burbuja inmobiliaria. La tradicional especulación urbanística y la nueva presión de los alquileres turísticos están elevando los precios de las viviendas en nuestras ciudades, sobre todo en los centros históricos, expulsando a la población local y acabando con la vida vecinal.

Como en la anterior burbuja, cuyos costes afrontaremos durante décadas, los gobernantes, los grandes capitales y unos pocos afortunados están encantados de los beneficios que recogen de este nuevo espejismo de crecimiento económico, aunque vuelva a ser a costa de la mayoría que pagamos hipotecas o alquileres para poder habitar nuestras viviendas.

Para mayor indignación ciudadana, en un momento en que los precios suben, Paco Cuenca está de rebajas permanentes y pretende malvender el patrimonio municipal para que algunos hagan sus negocios como ocurría cuando gobernaba el PP con sus compinches. El PSOE local fue tibio en la defensa de Casa Ágreda cuya venta está paralizada gracias a la denuncia judicial de Marta Gutiérrez. La portavoz de 'Vamos, Granada' también impidió un sospechoso alquiler de 20 años a precio de ganga del edificio de San Matías 11, y finalmente se ha propuesto rescatar para la gente el Palacio de Santa Inés en el Bajo Albaicín.

En este caso se trata de un alquiler con opción a compra que data de 2013, cuando los precios estaban por los suelos, y el PP local se atrevió a tasar en sólo 845.690,13 euros, todo un señor palacio en el Albaicín. Sin embargo, 4 años después la empresa privada que lo alquiló no ha ejercido la opción de compra en el plazo estipulado y además hay sospechas fundadas de que tampoco ha cumplido con las condiciones del contrato. Por lo tanto, el Ayuntamiento puede romper este compromiso sin coste alguno y el Palacio de Santa Inés debe volver a ser patrimonio de todos los granadinos y granadinas que deberíamos decidir sus nuevas funciones de forma participada.

La anterior burbuja inmobiliaria fue alentada e incluso mantenida cuando ya estaba cayendo por los políticos que la usaron para promocionarse (o enriquecerse). En esos años también malvendieron el patrimonio público e incluso lo utilizaron para la especulación. Ahora sucede algo parecido, con el agravante de que además están fomentando que Granada se convierta en un decorado turístico sin preocuparse de cuidar ni nuestro patrimonio ni a nuestros vecinos y vecinas que son los elementos fundamentales que constituyen una ciudad. Hay que rescatar a Granada de estos políticos mediocres antes de que la marabunta del turismo de masas y la especulación inmobiliaria la vacíen del todo.

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