Monticello

Víctor J. Vázquez

vvazquez@us.es

Respeto al poder judicial

El saber jurídico es un saber técnico, pero no lo es del mismo modo que el matemático

El poder judicial es un símbolo civilizatorio. Representa la renuncia a la ley del más fuerte y a las inmunidades propias del estado de naturaleza. Ahora bien, en la fórmula poder judicial el poder es lo sustantivo, es decir, que es una expresión más del poder del Estado y como tal hay que preguntarse por su legitimación y su control. Subrayo esto porque va arraigándose el culto a una idea concreta, en mi opinión, errada, de la autonomía judicial. Con base a ésta no sólo se reclama una infundada exclusividad de los jueces para la reflexión sobre los criterios de acceso a su carrera o sobre su propio gobierno, sino también contención general a la hora de valorar las resoluciones judiciales. No se trata del debido escrúpulo institucional que la separación de poderes impone al gobierno frente a la resolución judicial. Lo que se postula es que la cosa juzgada ha de extenderse también a la propia sociedad, incompetente para opinar sobre cuestiones pertenecientes a un saber técnico. Creo que esta cultura conlleva riesgos. El saber jurídico es un saber técnico, pero no lo es del mismo modo que el matemático. Las decisiones judiciales son en muchos casos controvertidas, precisan de la interpretación y ésta puede variar en las sucesivas estancias o dentro de una misma sala, donde cabe expresar votos particulares. Además, toda resolución judicial, como acto del Estado, ha de ser reconducible a un principio de legitimación democrática. A esto sirve que el juez esté predeterminado por la ley y que falle conforme a ella, pero también la publicidad de las sentencias, presupuesto del control a las expresiones concretas del poder judicial. Ya Erasmo advertía del riesgo de que los jurisconsultos, sobre la base de precedentes, impartieran justicia desde un gueto gremial. Montesquieu consideraba al judicial un "poder terrible" e insistía en que su diseño debía estar orientado a su control. La mejor sociología advierte hoy de los problemas de legitimación que conlleva el hecho de que la justicia se desgaje como un subsistema dentro del sistema político.

He sido alumno, compañero y profesor de jueces, sé que es un gremio en el que prima la honradez y una capacidad de trabajo excepcional, no siempre bien valorada. Hacerlo pasa también por prestar atención cívica y crítica a quienes imparten justicia en nombre del Pueblo. Con ello se evita un distanciamiento respecto al lenguaje de este poder del Estado, el caldo de cultivo para un discurso populista en su contra.

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