Responder a la crisis

Lo peor que nos puede pasar es que no seamos conscientes de la gravedad de la situación

La guerra de Ucrania por la injustificada invasión rusa está suponiendo una agresión inaceptable con bombardeos y crímenes que deberán ser juzgados por la justicia internacional, y tiene costes de todo tipo. Centenares de muertos y millones de personas desplazadas de Ucrania que buscan refugio mayoritariamente en los países fronterizos de la Unión Europea, son la parte más dolorosa de esta guerra.

Por otro lado, es evidente que estamos en riesgo de un conflicto mundial que nos hace tener los máximos temores y las máximas cautelas por parte de las autoridades europeas, de EEUU y de la OTAN para evitar ese terrorífico panorama. Se avecinan tiempos muy duros que, en el mejor de los escenarios, nos llevaran a un enorme impacto en la vida social y económica de Europa y, por tanto, de España.

La subida generalizada de los precios por el alza incontrolada de las materias primas (derivados del petróleo, gas o electricidad) está generando un rápido emprobrecimiento de familias y empresas que están llevando a movilizaciones (sobre todo transportistas) con enormes consecuencias en el terreno de la distribución y abastecimiento de productos de primera necesidad de todo tipo, así como consecuencias de importantes pérdidas económicas.

En este escenario solo cabe una respuesta unitaria y consensuada tanto en el marco de la Unión Europea como en el ámbito de nuestro país. Se van a poner a prueba los liderazgos internacionales y los liderazgos nacionales porque estamos en un escenario de guerra.

En escala nacional se hace necesario un gran Pacto de Estado que incorpore a los principales partidos políticos, los empresarios y los sindicatos, para asegurar las medidas necesarias que permitan hacer frente al deterioro de la economía (pacto de rentas, reformas en la economía y otras) y que aseguren también una política internacional común en la que el Gobierno pueda sentir el máximo respaldo para las decisiones que deban adoptarse con nuestros socios europeos y de la OTAN, ante los escenarios que debamos enfrentar.

Lo peor que nos puede pasar es que no seamos conscientes de la gravedad de la situación y de los riesgos que debemos afrontar y se caiga en la tentación de aprovechar la situación en clave local para la política de corto alcance de desgastar al Gobierno. Responder a esta crisis con miopía tendrá costes que hay que evitar. Y es por eso que debemos reclamar liderazgos a la altura del momento.

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