Desde la banda

José Parejo / Entrenador Nacional

Reunión de la esperanza

EL color de la esperanza siempre pinta en verde, pero hoy, de manera excepcional, ese color relacionado con la supervivencia y con la vida futura pasa a tener un matiz totalmente rojiblanco. No me canso de repetir que Granada y los granadinos cuando se planteen alcanzar un objetivo importante siempre lo alcanzarán, el problema estriba en hacernos coincidir a todos en un fin común y, que yo recuerde, en los últimos años sólo hemos coincidido para llorarle a los añorados Miguel Ángel Blanco y Luis Portero y, entre tanto, hemos practicado nuestro deporte favorito, en el que siempre obtenemos la medalla de oro, el de ser cainitas y de abrirle los brazos y algunos orificios conocidos a cualquiera que venga de fuera.

A propósito de esta reunión, yo también tengo un cierto halo de esperanza para el futuro del Granada CF y, por ende, del fútbol granadino. Mi percepción se basa fundamentalmente en que en ella van a estar granadinos que aman a Granada, que aman el fútbol y que son empresarios, con lo que conocen perfectamente la riqueza que puede suponer para la ciudad tener a un equipo en una liga seria a nivel nacional. Y mi esperanza se solidifica aún más sabiendo que el convocante es Javier Jiménez, una persona emprendedora, de gran voluntad, preparada y que se va a mover más por hacer un servicio a la sociedad que por alcanzar la enfermedad de la 'medallitis' o aumentar su ego. Insisto, en esa reunión hay mimbres como para que pueda salir una bandera que aglutine a miles de granadinos en base a un proyecto serio y creíble.

Soy consciente de la gravedad que supone el problema de no conocer exactamente el alcance de la deuda y, por supuesto, de que ésta es elevada, pero también cuento con la habilidad y el conocimiento de esas personas para negociar la deuda, haciendo ver que sin comprensión en una quita, difícilmente habrá pervivencia del club rojiblanco, con lo que todos perderíamos, ellos la totalidad del dinero y nosotros, algo que ha sido amado por nuestros abuelos, por nuestros padres y por nosotros mismos. ¡Qué no me equivoque!

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