¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

¿De quién es el Rey?

Tanto los 'indepes' como la izquierda más radical desean que la derecha haga un uso partidista de la Corona

La izquierda se pone melindrosa cuando le toca gobernar y sufrir la oposición del adversario político. La hemos visto promover manifestaciones en jornadas de reflexión electoral, intentar rodear el Congreso durante un debate de investidura, acosar a políticos en sus domicilios, insultar desde sus medios de comunicación a los periodistas que osan criticar sus desmanes… Pero cuando un diputado de las tres derechas sube al estrado y hace una entrada dura, las quejas de la siniestra toman bóveda y generan el estruendo de un gallinero en pánico. Por lo visto, según los partidarios del Gobierno de Progreso, el hecho de que un representante de ERC o Bildu use el Congreso de los Diputados para calificar de terrorista al Estado, insultar a los cuerpos y fuerzas de seguridad, llamar verdugos a sus señorías, denigrar la Corona o descalificar en general a la Democracia española es un puro y simple ejercicio de libertad de expresión. Sin embargo, si el de la perorata es un dirigente de Vox que se sale de madre y dice (sin razón alguna) que este Gobierno carece de legitimidad, estamos ante un ataque a la misma estabilidad de la nación.

Vaya esta capa de cal antes de pasar a la de arena. Después de lo visto estos días, los artilleros de la derecha deben corregir el tiro. No nos referimos al calibre de la munición, sino al objetivo. Claro que debe ser dura la labor de la oposición, más con un Gobierno que nace con los apoyos por pasiva más impresentables de la historia de la Democracia, pero eso no significa usar partidariamente las instituciones que pertenecen al conjunto de los ciudadanos, como es el caso de la Monarquía. Sólo hay que conocer un poco la Historia de España para saber que la razón por la que Alfonso XIII tuvo que coger el camino hacia Cartagena fue su identificación con un bando, su incapacidad para ser el monarca de todos. Tanto en el independentismo como en las filas de la izquierda más radical, plagada de jacobinos hijos de Guillotin, están deseando que los españoles perciban a Felipe VI como un líder de la derecha, y no como el Rey constitucional que a todos se debe. La derecha no debería hacerles el trabajo sucio. El mismo Pablo Iglesias se lo dijo con su sonrisa de maestrillo con complejo de superioridad: "Actúen con más inteligencia". Por lo pronto, tendría que dejar de usar los vivas al monarca como arma arrojadiza. Difundir la idea de que el presidente Sánchez está conspirando contra Felipe VI es, sencillamente, una barbaridad que sólo puede deteriorar a la institución. La Corona española o es de todos o dejará de ser. Convendría no olvidarlo.

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