Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Reyes y Reinas

Hay gente "dura de emociones" empeñada en evitar que la libertad y la igualdad se conviertan algún día en viejas tradiciones

La tradición es un invento sometido a revisión perpetua. La tradición consiste en que las tradiciones cambien al tiempo que un grupo de autodenominados guardianes de la historia se escandalicen por la más insignificante evolución de la liturgia. Sucede con los Reyes Magos, que ni reyes eran si atendemos a lo que dicta el Nuevo Testamento. De los cuatro evangelistas canónicos, sólo uno, Mateo, refiere en los versículos uno y siete del capítulo dos de su texto el episodio que fija como protagonistas a tres magos de Oriente que viajaron hasta Belén para agasajar al Jesús recién nacido. Los exégetas y comentaristas de la versión de 1971 de la Biblia publicada por el Centro de Ediciones Paulinas, que es la que tengo a la vista mientras maltrato estas líneas, los identifican como sabios babilónicos especializados en astrología. Desde ese momento inspirador de la Epifanía han transcurrido dos mil años hasta llegar a las actuales cabalgatas, colmatadas de héroes de Disney y patrocinios publicitarios que rara vez han sido cuestionados por obscenos, ajenos o contrarios al espíritu navideño. Sin embargo, las innovaciones adoptadas en los últimos tiempos en los desfiles organizados por algunos ayuntamientos de izquierdas están siendo criticadas con furia inusitada por políticos y periodistas guiados por un ánimo más veterotestametario que cristiano.

Utilizando la ilusión y los derechos infantiles en vano, estos señores han montado la de Trento por la inclusión en el cortejo de Reyes de Vallecas de una carroza del Orgullo LGTBI en la que pasearon gais, lesbianas y transexuales enfundados en peluches de animales. La intensidad de la Contrarreforma ha llegado a un grado tal que un columnista radiofónico se ha dado el gusto de llamar en público "maricones de mierda" a aquellos que exhiben una condición sexual distinta a la de la mayoría. Lo más delicado del caso es que la parrafada cargada de azufre se ha emitido en una emisora de la Iglesia, que debería de guardar especial cuidado en evitar discursos susceptibles de promover la exclusión o el odio. El hecho confirma de nuevo que Cristo tiene muy malos comerciales. Y explica por qué el vacío en los bancos de los templos aumenta de manera directamente proporcional al número de aspirantes a costaleros en las cofradías de Semana Santa. Lejos de pedir que los Reyes traigan trabajos dignos para los padres, futuro para los niños y amor y respeto por la realidad ajena, hay gente "dura de emociones" empeñada en aguar cada fiesta y evitar que la libertad y la igualdad se conviertan algún día en viejas tradiciones.

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