Crónica personal

Pilar / cernuda /

Ridículo

DÍAS atrás, el brazo derecho de Artur Mas, Francesc Homs, declaró que si ERC y CiU no llegaban a un acuerdo sobre la pregunta que debía presentarse a consulta, habrían caído en el mayor de los ridículos. Ahora es el portavoz del Grupo parlamentario Catalán y máximo dirigente de Uniò, Duran Lleida, el que se expresa en los mismos términos. Pide "generosidad" para lograr un consenso sobre la pregunta, porque en caso contrario los catalanes y los partidos "harían un auténtico ridículo". A Duran, que sigue proclamando que no es independentista, y que se pone de perfil cuando se le pregunta sobre la oportunidad de convocar la consulta porque le conviene no pronunciarse, se le nota a la legua que está encantado con el problema al que se enfrentan Mas y Junqueras.

Uno de los dos se verá obligado a ceder … o caerán los dos en el ridículo, como dicen Duran y Homs. Junqueras no acepta, de momento, nada que no signifique pronunciarse sobre la independencia, y amenaza con romper su alianza con Mas y poner en riesgo su gobierno si se inclina por una pregunta más ambigua. Artur Mas, por su parte, prefiere esa ambigüedad, atrapado por su promesa de que la consulta sería legal y atrapado sobre todo porque es creciente el número de catalanes que no quieren ni oír hablar de independencia. Muchos de ellos sí están a favor de que se celebre una consulta, aunque sea ilegal, pero que Cataluña se separe de España les parece un riesgo que no quieren asumir, porque a medida que ha transcurrido el tiempo y han conocido las consecuencias de la secesión han comprendido que la independencia sólo traería complicaciones, retroceso, falta de entidad… y miseria.

Mas se ha convertido en un prisionero de su laberinto, atrapado por sus propias promesas y por la intransigencia de Oriol Junqueras. Personas que han tenido oportunidad de recibir sus confidencias afirman que le ven desorientado, asustado, sin saber hacia dónde tirar. Rajoy ha acertado al dejar correr el tiempo sin apretar demasiado, convencido de que se ahogaría en su propio pozo, de que no podría sobrevivir a su estrategia independentista porque la realidad quitaría el velo de los ojos a los catalanes que presumen de independentistas pero no habían hecho la mínima reflexión sobre sus consecuencias.

Quedan apenas dos semanas para que se cumpla el plazo dado por Mas a sí mismo para acordar una pregunta. Pocas veces se ha visto a un político tan torpe como para caer en su propia trampa.

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