Opinión

Antonina Rodrigo

Ríos caudalosos que se desbordan

PRESENTAMOS un friso de mujeres, en los diferentes estamentos que forman nuestra sociedad, en la lucha por obtener voz y voto, en el tiempo que les tocó vivir, con todas las complejidades que acarrea cada época, y una sociedad tan cerrada e inmovilista para la mujer como la granadina, donde se perpetúan costumbres ancestrales, encerradas en el "carmen" de su hogar, de muros altos muy blancos, en definitiva barreras a su acceso a la cultura; una lucha que la conllevaría a una sana y fértil independencia para su proyección en la vida pública.

Sin embargo, esos canales de mansedumbre se rompen en todas las épocas, sin saber de donde les venía ese anhelo de su propio proceso evolutivo, en todos los frentes sociales, y surgen entonces mujeres caudalosas, adelantadas a su época, desde la reina que transida de amargura exhorta al hijo a que "llore como mujer lo que no ha sabido defender como hombre", a la pedagoga que ejerce su misión cultural por tierras alpujarreñas, para mostrar el camino de la enseñanza, como luz y vehículo de su propia libertad, a aquellas mujeres apartadas del mundo; a la humilde enlace de su hombre en la sierra, en su puro instinto de mujer: madre, hermana o esposa; a la que hace frente a la muerte en Víznar; a la emigrante con tal poder de convocatoria que es capaz de paralizar su ciudad de adopción, cortando accesos vitales, hasta hacer oír su voz en las grandes esferas del poder económico.

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