La columna

Juan Cañavate

jncvt2008@gmail.com

Rivera en Andalucía

Parece que el líder naranja, cansado de prenderle fuego a Cataluña, haya decidido intentar prender un poco aquí

Si hay algo que gusta en esta tierra, es que alguien venga de fuera a decir lo que debe hacer o dejar de hacer y, si esa recomendación suena, aunque solo sea un poquito, a amenaza o a chantaje, la cosa acaba por tintarse de castaño oscuro y la guasa con la que se suelen entenderse este tipo de consejos transmesetarios, acaba por convertirse en pura y simple mala hostia.

Y será cuestión de estilo, pero a esas cosas tan feas ha sonado el mensaje, con plazo incluido, que Rivera ha lanzado esta semana a Susana Díaz y de paso, a toda Andalucía, como si el hombre, cansado de prenderle fuego a Cataluña, haya decidido amenizar la obsesión pirómana intentando prender un poco aquí y, con el fuego de artificio de la justificación increíble, dejar por inaugurada la campaña electoral en Andalucía. Poco afortunado, la verdad.

Que la presidenta del gobierno andaluz haya demostrado un absoluto desprecio por los términos del pacto que cerró con Ciudadanos y que le ha permitido seguir en el poder esta triste legislatura, es algo indiscutible.

Que no haya estado nunca comprometida con una lucha eficaz contra la corrupción suprimiendo los aforamientos, es más que evidente. Que no pensaba cambiar el Consejo de la Radio Televisión Andaluza, era seguro. Y si también era previsible que no cambiase la ley electoral, más previsible era que iba a continuar usando la Administración Pública en su propio beneficio. Eso es verdad, pero Rivera lo sabía al día siguiente de comenzar esta triste legislatura y podía haber empezado a reivindicar el cumplimiento de las condiciones del pacto en esa hora y no esperar a usarlas para vestir el muñeco que justifique la ruptura con Díaz para adelantar las elecciones.

Ahora, su movimiento en el tablero no sólo suena falso sino además tan mal ejecutado, que para lo único que va a servir es para ayudar un poco más a esta triste gobernante a derrotar a unos contrincantes que por separado o juntos no valen dos duros.

El PP está prácticamente desaparecido en combate, Rodríguez y Maíllo han convertido Podemos en un suicidio en diferido y a Ciudadanos, la estrategia canalla que tan bien le sale en Cataluña, aquí le funciona poco porque para populista y demagoga ya se sobra la presidenta. Total que nos espera una bonita campaña y una singular legislatura; suerte para todos.

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