La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Rivera, el veleta

Su ventaja es no tener gobierno que gobernar para poder demostrar con hechos lo que sólo puede testimoniar con palabras

La política española tiende a escribir páginas que se repiten a lo largo de la historia. Aunque sus protagonistas sean otros, la figura del veleta es permanente, recurrente.

Adolfo Suárez dio inicio al titulillo abrazando la democracia siendo una figura principal del Movimiento que representaba. O Manuel Fraga, presidiendo una comunidad autónoma tras su defensa irrenunciable de la unidad española. Sin llegar a ser como Vestrynge, claro, que de ser la mano derecha de Fraga, tan de derechas, ha pasado a estar a la izquierda de Pablo Iglesias, tan de izquierdas.

Son recientes aquellos brincos ideológicos, giros de veleta, como el de Felipe González en Suresnes, que cambió marxismo por socialdemocracia. Es el mismo del no a la OTAN de entrada, mutado por un sí sin salida. O aquel José María Aznar que llegó desde Valladolid tan antinacionalista que pasó a hablarnos catalán en la intimidad, o a llamar a ETA Movimiento Vasco de Liberación cuando necesitó de Pujol y Arzalluz para formar gobierno.

No es veleta menor ver a Otegui como hombre de paz tras haber sido comando asesino de ETA. O que Pedro Sánchez llame por fin España a lo que no hace mucho era para él un Estado plurinacional.

No ajeno a este veletismo viene pujando con fuerza el señor Rivera, don Albert. Es el protagonista más avezado hoy en eso del oportunismo político. Su ventaja es no tener gobierno que gobernar para poder demostrar con hechos lo que sólo puede testimoniar con palabras. Y afila electoralmente ese oportunismo.

De acusar a Rajoy de indolente por no presentarse a la investidura, Rivera ha pasado a justificar a Inés Arrimadas porque la matemática no da. Tampoco a Rajoy le daba, pero sí se lo exigía. Rivera, el veleta, también ha cambiado su opinión con lo de la prisión permanente revisable. De la derogación a la abstención, o la enmienda a la totalidad sólo hay un vistazo matutino a las encuestas.

Ha sido ver los sondeos y tras cazar al vuelo el sopapo que se le avecinaba, ha cambiado de caballo en plena carrera. O sea, se ha hecho un veleta. Como hizo cuando el 3 de septiembre de 2017 dijo que el artículo 155 no era la alternativa para evitar el referéndum secesionista catalán, y veinte días después le exigía al gobierno que lo aplicará sin dilación. Rivera, el veleta. Aunque vaya de naranja fresca.

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