¡Con Rivera no!

La pretensión de Albert no es que gobiernen otros, sino convertirse él en la alternativa del centroderecha

El pasado domingo, al ver los resultados, empezaron las presiones de las fuerzas vivas para que el PSOE pacte con Ciudadanos. En el homenaje a Pedro Sánchez, la militancia gritaba entusiasmada: "¡Con Rivera no!". Sonó a lo mismo de la sentencia de Pilato. Aunque sea lo peor, mejor suelta a Barrabás o a Frankenstein. A Pedro se le escapó una sonrisilla, pues sabe que hará lo que le interese. Aunque muchos no lo creían, va a seguir cuatro años como presidente del Gobierno, gracias a que supo aprovechar el miedo a Vox y los errores de Pablo Casado. Los resultados son una bendición para Sánchez, que puede jugar con varias barajas para sumar mayorías. Pero Rivera no va a pactar, faltaría más.

La ambición de Albert Rivera es semejante a la de Pedro Sánchez. De mayor, él también quiere ser presidente del Gobierno. Tiene una hoja de ruta, que por ahora le está saliendo bien, aunque le ha fallado el petardazo de Cs en Cataluña. Pero tiene todo previsto para convertirse en el líder del centro derecha en España. Eso que él ha llamado la UCD del siglo XXI, y que algunos del PP se tomaban a cachondeo, los mismos que ahora reclaman el centro. Albert quiere ser el nuevo Adolfo Suárez, ya que el hijo no ha salido como el padre. Puede prometer y promete, mirando hacia adelante.

En ese contexto, las bisagras ya no le interesan a Albert, excepto en casos de extrema necesidad. Algunos todavía piensan que Ciudadanos es como una UPyD mejorada. Un partido apagafuegos, que un día auxilia al PP y otro al PSOE. Como en Andalucía. Chicos y chicas para apuntalar mayorías y que gobiernen otros. Sin embargo, la pretensión del líder no es esa, sino convertirse él en la alternativa del centroderecha. Es decir, zamparse al PP y vencer al PSOE.

A ese objetivo se acercó un poco más el domingo. Va piano, piano. Es joven, no conoció el franquismo. Sabe que si vuelve una UCD puede volver una AP (o incluso algo más de derechas que AP), pero no puede haber tres partidos tonteando. También sabe que el Íbex 35 es pragmático. Al elector del PP de toda la vida le cuenta Rivera lo que quiere oír, pero sin el repelús carca de Vox. En Andalucía ya están a semejante nivel y en una coalición de tú a tú con el PP.

En el resto de España, le ha fallado Cataluña para darle el sorpasso ya. En su Cataluña querida ha tenido Ciudadanos un punto débil, un aviso. Quizá porque allí habían sido los más votados y defraudaron: la vida siguió igual, sin que llegaran a gobernar, ni a influir en nada. Por si acaso, Inés Arrimadas y Albert Rivera ya se han trasladado a Madrid, como tantas empresas.

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