Un reciente informe de la OCDE señala el mercado laboral español como uno de los más vulnerables a la automatización e incluso de ahí se desprende que el 21,7% del empleo en España está en riesgo por la robótica y la automatización; es por eso que merece la pena analizar el fenómeno y anticipar acciones para ayudar a mejorar la productividad, al tiempo que mejorar la calidad de vida y el bienestar.

Pero es evidente también que mantener y mejorar el empleo, así como mantener y mejorar el bienestar social, no es algo que vaya a ocurrir por generación espontánea. Es imprescindible asumir un rol activo por parte de los gobiernos, los sindicatos, los empresarios y el conjunto de la sociedad.

Por una parte, porque las mejoras en la productividad sólo podrán ser respetuosas con el objetivo de una mayor calidad en el empleo si esto forma parte de los objetivos que el país se proponga de manera explícita, haciendo que estos sean objetivos clave en el marco del diálogo social.

Por otra parte, porque el Estado y los agentes sociales deben velar por asegurar que las mejoras en la productividad incorporen los recursos necesarios para el mantenimiento, el desarrollo y la mejora de la protección social y eviten en estrangulamiento del actual Estado de Bienestar, propio de una sociedad moderna y avanzada. Es decir, será necesaria una nueva fiscalidad para esta nueva capacidad productiva.

Ello requiere la incorporación de este tipo de objetivos en el marco de un gran pacto que, además de velar por lo anterior, asegure la estimulación de nuevos nichos de empleo que potencialmente surgirán por la nueva realidad que el envejecimiento y la posibilidad de menor tiempo de trabajo se ofrecerá en nuevos nichos de mercado.

Y de igual forma, es imprescindible asegurar el necesario cambio en el sistema educativo que permita preparar a los actuales universitarios y estudiantes de formación profesional hacia los perfiles necesarios que requiere ese futuro inminente, y también capacitar a los actuales trabajadores ante los nuevos escenarios que se abren en el mercado laboral. Todo esto es aún más imprescindible en clave europea para armonizar las políticas en esta dirección. Casi nada.