SFDK

Las feministas tienen mucha razón en sus reivindicaciones, pero las actitudes inquisitoriales no anuncian nada bueno

La historia no tendría demasiada importancia si no fuera porque se está repitiendo demasiadas veces y ya parece prefigurar una pauta bastante siniestra. Veamos. En un festival de música en Cataluña, el BioRitme, un grupo de raperos sevillanos -SFDK- se niegan a asistir a una charla de formación de género porque tenía lugar diez minutos antes del concierto. Al poco tiempo son denunciados en un Punto Lila por una asistente que dice haberse sentido ofendida por las letras. Conclusión, el grupo de raperos acaba siendo acusado de machista y vetado del festival. ¿Qué es un Punto Lila? Un espacio seguro donde las mujeres -sin presencia masculina- puedan sentirse libres de abusos machistas. ¿Y quién fue esa única persona que se sintió "ofendida" y denunció al grupo SFDK? Nadie lo sabe porque su identidad está siendo protegida como si fuera una clave bancaria en las islas Caymán. ¿Qué canción y qué letra ofendió a esa denunciante anónima? Nadie lo sabe. ¿Y cómo es posible que una sola denuncia, sin pruebas, sin derecho a alegaciones, sirva para acusar a un grupo y vetarlo para siempre del festival? Pregunten a la Comisión de Género.

Todo esto es asombroso. Si un festival contrata a un artista, no tiene por qué someterlo a una sesión de formación de género. Y si sospecha de la actitud de ese artista o no le gustan sus letras, lo que debe hacer ese festival -financiado, no lo olvidemos, con dinero público- es no contratarlo. Pero si lo contrata, es ridículo someter a un adulto a una sesión de formación de género, porque eso supone considerar a ese adulto como un ser tosco, problemático e incapaz de formarse por su cuenta, aparte de negarle el derecho a poseer autonomía intelectual. Y más extraño aún es que existan los Puntos Lilas en los festivales, lugares a los que los asistentes íbamos -o así pretende hacerme creer mi averiada memoria- justamente para mezclarnos y relacionarnos sin puntos seguros de ninguna clase. Quizá los organizadores de BioRitme deberían repasar las filmaciones del festival de Woodstock, donde miles y miles de jóvenes -vestidos y desnudos- convivieron durante tres días sin puntos seguros de ningún tipo.

Las feministas tienen mucha razón en casi todas sus reivindicaciones. Pero estas actitudes inquisitoriales, dignas de una nueva iglesia fanática y puritana, no anuncian nada bueno. Nada.

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