Saboteando el poder

Lo del miércoles del Congreso, palmeros catalanistas incluidos, fue de juzgado de guardia. Ni Pimpinela lo haría mejor

Probablemente la historia no sea como nos cuentan. Que el tiempo revele datos, claves y laberintos que reescriban los sucesos de manera diferente y antagónica a como hoy percibimos. Probablemente, lo del miércoles no venga de podemitas ni de la extrema izquierda, sino tropas de Vox infiltradas que generaron el destrozo callejero e institucional. Probablemente ni Pablo Iglesias ni Echenique animaron a quienes destrozaron el mobiliario urbano y los negocios de simples ciudadanos, sino, como les obligaba su responsabilidad de Estado, condenaron enérgicamente los hechos. Debió ser así. Seguro. Y no aparece, una vez más, por culpa de la conspiración mediática, por orden del cuarto poder.

Bromas aparte, en esta nube donde vivimos, no asimilamos el gravísimo daño que estos discursos causan en instituciones hasta ahora alejadas del juego político; el destrozo institucional y de imagen que el pacto antinatura provoca, no sólo en el interior de nuestro país, sino, lo que es más grave, en una imagen exterior que hizo claudicar y emigrar grandes inversiones, y ahora destroza históricas conquistas de una diplomacia internacional tejida durante más de cuarenta y cinco años. No nos engañemos: no hay un gobierno socialista y un gobierno podemita. Hay un único gobierno que a pulso se ha ganado la calificación de extrema izquierda. Que se lo digan a Marruecos.

Lo del miércoles del Congreso, palmeros catalanistas incluidos, fue de juzgado de guardia. Ni Pimpinela lo haría mejor. Como diría Serrat, cada loco desfilaba con su tema. Mejor dicho, sólo el loco Iglesias hablaba de su tema. Los demás son, somos parte de una conspiración mediática y judeomasónica. Fuego cruzado en el hemiciclo y en tiempos de "anormalidad democrática", diversos y agonizantes heridos por discursos que imploran y suplican la ruptura política, convenio regulador de por medio.

Pero a pesar de la evidente ruptura, el matrimonio no está en tela de juicio. Aguantan carros y carretas. No peligra, y se antepone a su propia responsabilidad de estado. Papá poder. A ninguno interesa, deslealtades a un lado, romper el desfigurado proyecto de hegemonía política, quizá por el miedo reverencial a acudir antes de tiempo a las urnas. Pero la realidad es la que es: el socialismo se coloca en el disparadero. La facción del histórico partido que comparte responsabilidad de estado con un partido antisistema que reniega de la normalidad democrática de un país como España, extermina el lugar que guardó la historia al socialismo que construyó aquella normalidad. Unos por acción. Otros, los más, por omisión.

España precisa de un debate serio y meditado sobre el uso de la fuerza para proteger nuestra democracia por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Una fuerza que no es intimidatoria, ni protege, ni sirve para el fin propuesto. La sociedad lo sabe, y se avergüenza de la indefensión con que obligamos a actuar a diario a sus miembros. Debemos decidir qué y cómo proteger lo que nos garantiza nuestro futuro como país democrático.

Una última cosa: el Sr. Joly no me dictó qué debía poner. Lo juro, Sr. Vicepresidente.

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