Perdiendo el norte

Sala de despiece

Rivas es la víctima y las salas de despiece son nuestras redacciones. Quien se pique, es porque ajos come

Cuando me despierto temprano -como es el caso de los días que pongo las calles para abrir la radio-, no pienso más que en chuminás durante el trayecto en moto hasta el centro. Este viernes no iba a ser menos, más que nada porque no dormí muy bien. Cosas de la edad. Bajando hacia Tráfico he pensado en por qué narices no habré nacido rico y por qué hace tanto frío en Graná y yo me lo tengo que tragar . Y ya parado en el semáforo del instituto, me he fustigado pensando en por qué se me echa siempre el tiempo encima para enviar estas cuatro letras mal juntás.

Pues en eso estaba, y acordándome de que -por informal- la Lola me iba a echar de este roalillo (léase rodal), cuando una furgoneta me ha adelantado en el Paseo de Cartuja con un letrero que decía (y dice, porque en 24 horas no la habrán 'repintao'): Sala de despiece.

Mi pensamiento ha ido en ese momento, no a la actividad industrial de transformación de la ganadería para carne al que se refiere ese transporte, sino al asunto sobre el que quería hoy decir algo para que me arrojes luz: el tema Juana Rivas.

Lo que iba a decir y lo que pienso, ya lo habrás intuido. Sí. Ella es la víctima y las salas de despiece son nuestras redacciones. Quien se pique, es porque ajos come. (Tengamos cuidado, porque algunos podemos salir ardiendo de tanto picante). Un asunto informativo tiene relevancia, supongo (ya no sé de esta profesión), cuando la persona o el hecho en sí es único, está siendo protagonista de algo excepcional; porque alguien es víctima de una injusticia (o de un mal asesoramiento); porque algo rompe moldes o porque es un niño el que ha mordido al perro. Juana Rivas y su caso es noticia. Por supuesto que sí. Fue noticia. Pero, ¿ahora lo es en cada paso que da en su vida?

Debemos denunciar y tratar con pulcritud el problema, el fenómeno social, la lacra, el drama de una violencia de género que sigue matando cada día a mujeres y a niños en España, y en todo el mundo. Pero, ¿cuándo paramos? ¿En qué momento debemos apearnos del espectáculo en que hemos convertido este asunto? ¿En qué momento un tema de interés general debe ser respetado como un asunto personal? ¿Deberíamos estar ya ahí? ¿Hasta qué punto los medios convertimos nuestras redacciones en una carnicería haciendo trocitos a las víctimas?

Prometo reflexionar sobre el asunto: esto es parte de ello.

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