Salvador hace alcalde a Cuenca

Hoy vemos a bandoleros con corbata de Armani pero capaces de sauear, sin rubor, las arcas pública

Vivimos tiempos de cinismo -se me queja mi amiga Celia- y no le falta pizca de razón, pues son los actuales momentos -le digo yo- en los que es muy fácil encontrar y encontrarse hasta gobernados por sujetos muy pequeños, inexplicablemente encumbrados y hasta disfrazados con hábito de supuestos próceres. Hace tiempo, era fácilmente posible el encuentro con bandoleros, en la sierra, que te robaban, a punta de navaja y de trabuco, hasta el reloj que fue de tu abuelo. Hoy, es más fácil dar con gentes de parecida calaña moral, en cualquier geografía de la política, agazapadas en el interior de un traje de Yves Saint Laurent y luciendo, quizás, una corbata de Armani pero capaces, igualmente sin conciencia, ni leve rubor, de asaltar sin inmutarse, las arcas de cualquier institución del Estado y mientras, asomando aún los billetes por el filo de sus bolsillos, hacen protesta enérgica, insistente e histriónica inaudita de su inmensa honestidad y si me apuran, hasta de su sacrificio personal en interés, ¡claro está!, del bien público. No se sabe cual de los dos casos puede ser peor: el del trabuco o el de la corbata. O sí.

El asunto que esta misma mañana se va a quedar definitivamente resuelto, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento granadino, al menos para los dos próximos años es la elección del que vaya a ser alcalde de Granada, que viene a denotar, por cómo se han desenvuelto hasta hoy mismo los acontecimientos, desde la espantada de Sebastián Pérez Ortiz -en lícita reclamación de lo pactado con Luis Salvador- que hoy día no sólo podemos ver y sufrir, por aquí y por allá, individuos que quieren aparecer como si próceres fuesen, algunos reclamados, citados o hasta investigados por los jueces, sino que, además, ese vergonzoso catálogo de cínicos inmorales, ofrece otras modalidades, criaturas igualmente enfundadas en impecables trajes de británico patrón y corte y también, aunque sólo sea en acerada metáfora, provistos de afilado puñal florentino y cuya palabra -que en realidad no vale un ardite- debiera de valer cuando se empeña -y más aún entre verdaderos caballeros- más que el papel sellado con la garantía del nihil prius fide. Veremos que no es así.

Lo que veremos, muy al contrario del compromiso cumplido, será cómo el socialismo municipal al uso se hace con la primera magistratura municipal y cómo Paco Cuenca -con toda licitud- almuerza hoy con el collar de burgomaestre granadino sobre sus hombros, por gracia de Luis Salvador, que haciendo gala de su ideología socialista, lo que ya no puede tener para sí mismo, lo alcanzará, por segunda vez, para quien ya parece ser una especie de alcalde de repuesto. Hay quien piensa que Salvador espera lo que el hijo pródigo. ¿O no?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios