Mirada alrededor

juan José Ruiz Molinero

Sánchez Mesa y Granada

DOMINGO Sánchez-Mesa Martín, catedrático de Historia del Arte, decano que fue de la Facultad de Bellas Artes, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Granada -entidad que concentra no sólo gran parte de los creadores actuales, sino de dónde suelen partir infinidad de iniciativas en la doble dirección de mantener el acervo cultural intacto y de promover ideas audaces de futuro, caso del Teatro de la Ópera o el gran museo que necesita la ciudad-, escultor y profundo conocedor del barroco, reflejado en múltiples estudios y libros, hijo de uno de los grandes imagineros granadinos, era, sobre todo, miembro del reducido colectivo de defensores que quedan de los valores culturales, paisajísticos, artísticos, urbanísticos de una Granada asediada desde todos los ángulos por una verdadera invasión de mediocridad, ignorancia, vulgaridad y grosera especulación. Decía él, en sus artículos, conferencias, discursos o en el transcurso de conversaciones entre amigos que coincidíamos en estas ideas, que el arte, la cultura, incluso la urbana, tenían una gran responsabilidad en la educación cívica colectiva.

Y así es. Las enseñanzas artísticas -es decir, la educación de la sensibilidad-- no se hacen únicamente en las escuelas de arte o en los conservatorios, sino en la calle: cuando se construye un edificio en un entorno urbano determinado, se hace una reforma urbanística, se demuelen edificios de carácter para ser sustituidos por engendros sin ningún valor creativo o hasta cuando se erige una fuente o un monumento que debe de representar el espíritu de una época, pero al mismo tiempo ser fiel a la responsabilidad que tiene el autor de aportar ideas nuevas y audaces, basadas no en el capricho o el falsete de lo manido, la copia de tics superados, sino dejar su sello -en escultura, diseño, arquitectura, urbanismo, etc.- que sean después puntos de referencia. Desde que coincidí con Sánchez Mesa y con tantos otros artistas, pintores, escultores, poetas, periodistas en aquella expedición que organizó el Centro Artístico, promovida por Miguel Ruiz del Castillo, en 1960, para 'descubrir' con nueva mirada a La Alpujarra -hoy compitiendo por ser patrimonio de la Humanidad-, nos unió líneas coincidentes de lo que significaba la autenticidad del legado del pasado -en aquél entonces bebidas al día en La Alpujarra- y la actividad creadora de todos los que intervienen en reflejar e interpretar las realidades, el espíritu y la verdad de las cosas.

Con la muerte de Sánchez Mesa Granada pierde un prestigioso valedor y una conciencia crítica insobornable de la que tan necesitados estábamos ayer y, sobre todo, en un hoy repleto de mediocres, cínicos y embaucadores que sólo miran sus intereses.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios