Sánchez acabará mal

Nos queda el Rey, agrandada su figura por la humillación y la injusta derrota

El actual Gobierno español es la mayor victoria del separatismo en toda la historia". Lo dice Juan Milián en El Debate de Hoy y tiene toda la razón. El acierto de la frase es poner el acento no en los indultos, que son mera consecuencia, sino en la existencia de un Gobierno que nació para cumplir ese objetivo y que desde entonces no ha dejado de laborar un sólo día hasta llegar aquí. En puridad, lo que debiera extrañarnos, conociendo ya de sobra la desfachatez de Sánchez, es cuánto se ha tardado en ello.

Pero si estamos ante una indiscutible victoria del secesionismo, no podemos ignorar otras circunstancias en este movimiento obligado y a la desesperada de Pedro Sánchez. Lo primero es que, tras el Stalingrado gubernamental que han supuesto las elecciones madrileñas de mayo, esta huida hacia delante puede ahondar la tumba del socialismo que Sánchez parece empeñado en cavar. Desde hace dos meses las encuestas creíbles (no así las producciones de Tezanos) están dando sólidas mayorías a las derechas y, sabiendo el rechazo que los indultos suscitan en el común de los españoles con algunas lógicas diferencias de matiz entre derecha e izquierda, concederlos ahora, en contra de la ley y de las voces más autorizadas, comenzando por la del Tribunal Supremo, es un claro intento de suicidio que debería favorecer una solución eutanásica para este Gobierno inepto, chapucero y mendaz.

La segunda cuestión ineludible es el foso insalvable que se abre entre la primera institución del Estado y el Gobierno. Aunque Felipe VI haya sido humillado hasta extremos inconcebibles, aunque haya sido obligado a firmar un decreto que representa su derrota momentánea ante los criminales a quienes frenó y enjauló con su inolvidable discurso del 3 de octubre de 2017, su figura se alza incólume de este momento ominoso. Incluso podemos decir que se agranda ante los ojos del pueblo español, siempre más estoicamente inclinado a los derrotados con dignidad que a los infames victoriosos. Sabemos, además, que la injusta derrota y la humillación de don Felipe no es otra que la de su pueblo, la de la inmensa mayoría que hace hace tres años y medio se echó a la calle a defender la unidad de España y el orden constitucional. Hoy, aunque derrotados, sabemos, como entonces, que nos queda el Rey y que su incompatibilidad con el traidor es total. En el panorama que crean los indultos a los golpistas, necesariamente uno u otro acabará mal. ¿Por quién apuesta usted?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios