Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Sánchez y las siete y media

Sánchez se ha sacado de la manga de jugador de ventaja 370 propuestas. Prefiere pasarse a no llegar

Trileros, como Sánchez, los hay en todas las actividades humanas. Esperan reconocimiento, antes de haber hecho nada. Entre los escritores se da mucho. Son pre-glósicos, es decir, anteriores al mismo lenguaje, del que, paradójicamente, esperan fama y fortuna. Solemos encontrar su currículo, con foto, redactado por ellos mismos, en las solapas de sus libros. Debemos adorarlos antes, incluso, de leerlos. Su sola figura, o presencia, son más importantes que lo que escriben, como los reyes de antes de la escritura: cuya presencia era imprescindible para impartir Justicia. Luego vino la escritura, y el poder pasó, en parte, del rey a sus escribas que copiaban las leyes que el rey les dictaba, para encomendárselas después a mensajeros que las llevaban hasta los confines del reino para su cumplimiento. Escritores y políticos de esta laya esperan que los adoremos, que los creamos, sin haber hecho nada. Por la cara. Solo con la promesa de una buena gestión o de un buen libro. Montaigne y Cervantes, por el contrario, en los pórticos de sus obras, confiesan humildemente que las han escrito para sus familiares (caso Montaigne), sin mayores pretensiones, o que ni siquiera saben redactar un prólogo, caso Cervantes, y han de pedir ayuda a un amigo. Quizá, conocedores de su valía, ejercitaron un grado de soberbia suma, confesando no saber hacer algo, cuando eran conscientes de la calidad de sus obras. Sánchez, el tahúr, cada vez engorda más el catálogo de sus promesas. Debemos votarlo, más que por su honradez, por lo bien que maneja el cubilete del engaño. Lo último: el juego de las 370 propuestas (trescientas, en un principio, convertidas por arte de birlibirloque en 370, el martes, para evitar una ridícula coincidencia, tras la emisión el lunes por La sexta de la película 300). Prefirió arriesgar, y pasarse, a no llegar. En La venganza de Don Mendo, la comedia de Muñoz Seca, Mendo explica a su amada en qué consiste el juego de las siete y media y le advierte de sus peligros: es un juego vil "que no hay que jugarlo a ciegas, / pues juegas cien veces, mil, / y de las mil, ves febril /que o te pasas o no llegas. / Y el no llegar da dolor, / pues indica que mal tasas / y eres del otro deudor. / Mas ¡ay de ti si te pasas! / ¡Si te pasas es peor!". Sánchez se ha pasado, pero le da igual, cree tenernos ciegos con sus trucos.

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