La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

'Sanchismo'

El 'sanchismo' es una amenaza, un constante imperio del monólogo presidencial y del marketing 'pedrista'

El titular de aquel congreso de Suresnes fue unánimemente escogido de una frase lapidaria del entonces incontestable Felipe: "hay que ser socialista antes que marxista". Hoy, hasta Susana Díaz, la misma que le soltó "el problema del PSOE eres tú, Pedro", se aviene al filibusterismo del lìder. Se empapa como una esponja de su guión y asume con la naturalidad de un pase torero de Rafael De Paula, todo lo que criticó cuando mandó a Verónica y Mario Jesús a la Gestora, tras el asalto aquel. "Hay que ser sanchista antes que socialista", es hoy el tatuaje que proclama el alma pragmática como mujer de aparato.

El sanchismo está ejerciendo el poder con la soberbia alta, sabiendo que al otro lado de la barrera no hay aritmética posible que le arrebate ni la vara ni el método, aunque se le discuta. Impone la mentira como método de escritura del relato que más le conviene. ¿Plagio yo? Y tú más. ¿Falconazos y nepotismo en los nombramientos? Sí, ¿y? Si a petición de Rufián hay que quitar el español como lengua vehicular en Cataluña, se quita. Si hay que nombrar a una exministra socialista de fiscal general, ¿de quién depende, eh? Pues eso. ¿Vigilar la información que se publica? Toma este decreto de "la verdad", y al BOE...

En el sanchismo, la temperatura del puchero que polariza compatriotas aumenta o disminuye según convenga al Sánchez propagandista. En su relato solo existen los buenos si están bajo su pisada, sometidos a su ego. El sanchismo es una amenaza, un constante imperio del monólogo presidencial y del marketing pedrista. Su apuesta es imponer el miedo entre los barones socialistas, que callan y tragan, una vez que éstos le demostraron poco respeto en aquella trifulca de Ferraz que acabó con su expulsión del cargo. Que sea el estilo político preferido por los terroristas en retirada, y por los nacionalistas de última generación del condenado y encarcelado procés, lo dice todo.

El sanchismo es también una actitud pusilánime ante el obligatorio ejercicio del poder, cuando se derivan responsabilidades ineludibles que no siempre son simpáticas y aceptables para la opinión pública. Es una especie de adormidera de la democracia interna, como una losa de silencios intercambiable, que de boca (chica) en boca (chica) va, y que ninguno revienta.

En este sindios del sanchismo, no es extraño escuchar frases como esta en el ambiente más socialdemócrata del partido: "El PSOE ya no existe, es solo un aparato de poder al servicio de Sánchez". Ea.

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