Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

Sanidad pública

El debate debe girar en torno a cuestiones de las que depende el bienestar de la ciudadanía, que no son ETA o Cataluña

No estaba en Madrid por la manifestación en defensa de la sanidad pública. En realidad, pasaba por allí y he quedado impresionado. Al bajar por la Gran Vía, veía miles de personas pero intenté llegar a la puerta de Alcalá para tener mejor perspectiva. Allí me encontré con otro río humano que venía por la calle Alcalá, en paralelo al Retiro, algunos con batas blancas procedentes, imagino, de hospitales de la zona. Como en realidad iba para Atocha, crucé como pude pero al llegar al Paseo del Prado me fue prácticamente imposible continuar hacia abajo. Del sur de Madrid llegaban miles y miles de personas, sin banderas, sin pancartas, más allá de cartulinas rudimentariamente elaboradas, pero con la conciencia de que debían estar allí, en defensa de la sanidad pública. Yo también me sentí orgulloso de estar allí, aunque fuera por casualidad.

Nunca había visto una manifestación de esas dimensiones, y he estado en unas cuantas. Es prácticamente imposible contabilizar los manifestantes pues no había una pancarta principal y la ciudadanía detrás. Eran inmensas columnas de personas que habían salido de distintos lugares de la ciudad y pretendían confluir en Cibeles aunque, lógicamente, allí no han podido llegar la mayoría de ellas.

Es importante que la ciudadanía se manifieste en defensa de la sanidad pública. En España solemos ocupar el espacio público con polémicas sobre asuntos introducidos artificialmente en el debate que no mejoran nuestras vidas. Hablamos de ETA cuando la organización terrorista desapareció hace muchos años, derrotada por la democracia española. Ahora pretenden situar a Cataluña en el centro del debate político cuando en 2022 ya no es el problema que fue en 2017, por la irresponsabilidad de unos independentistas que violaron la Constitución y la torpeza del Gobierno de entonces.

Siempre he pensado que esto nos diferencia de los países con una cultura democrática más desarrollada del centro y norte de Europa. Como nos muestra la serie Borgen, en estos países el debate político no suele girar en torno a cuestiones identitarias o existenciales sino en relación a políticas públicas concretas, de las que depende el bienestar de la ciudadanía, que no son ETA o Cataluña sino la salud, los precios, las pensiones o el alquiler.

Por ello, al ver a tantos miles de personas manifestándose en defensa de la sanidad pública he tenido la esperanza de que podamos ser capaces de situar esta cuestión en el centro del debate político y, con ello, evitar el desmantelamiento de este servicio público que se está haciendo no sólo en Madrid sino también en Andalucía.

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