En la Granada de las contradicciones le hemos dado la vuelta al vallenato que hizo célebre a la ciudad colombiana de Santa Marta. Así Santa Granada no tiene tren pero sí tiene train-via.

La versión oficial del origen de la canción nos descubre que en lugar de un tranvía inexistente en realidad se trataba de una train-via, es decir, una línea de tren que un terrateniente de origen gaditano, Joaquín de Mier, no pudo construir para utilizar un tren que él mismo había traído de Europa con la intención de llevar sus bananas a buen puerto (el suyo).

Así, en Granada llevamos más de dos años sin tren pero sí tenemos train-via, es decir, tenemos una línea de ferrocarril que nos une con Madrid por el camino más corto. La lógica de que es mejor reducir la distancia la abandonaron los adalides de la velocidad sin pensar en los efectos negativos sobre la factura energética (evidente con 200 km más) que supondrá un costo mayor para quienes a priori estaríamos más cerca de la capital de España.

Evitar que nos demos cuenta de esta enésima discriminación podría ser una razón de peso para que, teniendo operativa la línea que siempre hemos utilizado, la mantengan cerrada durante los más de dos años de aislamiento ferroviario. Sin embargo, las crecientes sospechas de corrupción en los gobiernos del PP indican que podría haber alguna razón más quizás vinculada a los beneficiarios de esta desconexión, que los hay, empezando por la concesionaria de los autobuses que a diario llevan los pasajeros a Antequera. Las plataformas y Vamos, Granada han denunciado esta cuestión en varias ocasiones, pero no ha habido ninguna respuesta gubernamental.

Y es que el realismo practicado por nuestros gobernantes es más mágico que la Colombia que nos regaló García Márquez. Cortan el tren por el bien del ferrocarril que aprovechan para desmantelar como hizo Menem en Argentina, retrasan la inauguración de la alta velocidad desde la década pasada para acabar trayendo un AVE de segunda, y ahora dicen que van a hacer un soterramiento low cost en diferido, que igualmente dejaría fracturada en dos nuestra ciudad en el remoto caso de que una vez inaugurada la entrada en superficie se vayan a soterrar las vías.

A nadie extraña entonces la indignación de la sociedad civil, que espoleada por haber conseguido dos hospitales completos, apuesta claramente por conseguir la reconexión inmediata y la entrada soterrada: liderazgo y autonomía de las plataformas para conseguir la unidad de toda Granada. Cualquier otra cosa nos lleva a Macondo o a la Santa Marta del Siglo XIX.

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