Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

Sembrando odio

Cada vez me cuesta más creer que estos generadores de odio sean aceptdos como un actor político más en España

El episodio de la procesión de la Estrella en la Semana Santa granadina refleja bien lo que significa la ultraderecha, esa corriente política que se extiende por Europa sembrando odio, generando conflictos y, en definitiva, poniendo en cuestión la democracia pluralista, construida tras la terrible experiencia del periodo de entreguerras.

Al parecer, desde el centro de menores Bermúdez de Castro, unos niños de 8 o 9 años, según los propios responsables del centro, tiraron varios chinos por encima de la tapia, coincidiendo con el paso de la procesión. Rápidamente fueron amonestados por sus tutores y ahí debería haber terminado el incidente. Sin embargo, nuestra ultraderecha no podía desaprovechar la oportunidad de incendiar las redes sociales con sus mensajes xenófobos y racistas. Según la cuenta de Vox del Parlamento de Andalucía, unos "salvajes", por supuesto, según ellos, extranjeros y menores que se encuentran en España sin el acompañamiento de su familia (me niego a deshumanizarlos llamándolos menas) habían apedreado la procesión. A partir de ese bulo, se producen las habituales réplicas para darle la mayor difusión al supuesto incidente: "deben ser expulsados de España", "intentan destruir nuestras tradiciones y nuestra cultura". Por supuesto, nada hicieron por enterarse de lo que había ocurrido en realidad. Ni había habido apedreo y ni siquiera eran extranjeros los niños que lanzaron los chinos. Sin embargo, poco importa la verdad. Se trata de sembrar el odio en la sociedad con mensajes manipulados o directamente falsos.

Cada vez me cuesta más trabajo entender que estos generadores de odio sean aceptados como un actor político más en España e incluso hayan sido asimilados como socios de gobierno por la derecha democrática, con los parabienes de sus líderes. ¿Qué tipo de sociedad nos ofrecen? Cuando se promueve el conflicto entre los que piensan distinto, tienen distinta raza o religión el resultado siempre será el desastre. Con esa forma de actuar no se puede construir nada, sólo se destruye la convivencia. Por ello, es inevitable preguntarse si también en Andalucía queremos destruir la convivencia de una sociedad diversa y retroceder en la democracia pluralista.

En fin, resulta paradójico que este intento de manipulación de unos hechos para sembrar odio con mensajes racistas y xenófobos se haga en el marco de la Semana Santa. Manchan, con ello, la esencia del cristianismo que no está en las procesiones ni en las misas sino en el amor al prójimo, cualquiera que sea su condición. En definitiva, justo lo contrario de lo que nos ofrece la ultraderecha.

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