EN las políticas referidas al Patrimonio de Granada, hay determinados temas que deberían situarse más allá de las diferentes ópticas particulares de los partidos políticos porque representan la memoria colectiva, la historia y la herencia de todos los granadinos. Son asuntos tan sensibles y de tal importancia que al tratarlos, ante todo, debería primar la prudencia y el consenso porque una vez tomada una determinación no hay posibilidad de marcha atrás y el daño, de producirse, es irreparable.

Actualmente, nos encontramos lamentablemente ante una de esas situaciones que, nos tememos, es la constatación palpable de un peligroso camino iniciado ya hace tiempo por el Partido Popular en nuestra ciudad. El gobierno del PP en el Ayuntamiento de Granada ha puesto en la agenda política la venta la Casa Agreda y esperan su turno el Palacio Renacentista del siglo XVI de la cuesta Santa Inés 6, así como la casa del Siglo XVI de la Calle San Matías 11.

Son éstos unos hechos de especial gravedad, que han despertado la indignación de todos aquellos que conocen y valoran el especial valor artístico, histórico y -por qué no decirlo- sentimental, del patrimonio granadino. Los concejales socialistas, alarmados ante esta situación, presentamos, en el pleno municipal del mes de mayo y en el de septiembre dos iniciativas que pretendía preservar el carácter público de estos edificios. Los votos del PP impidieron que estas iniciativas salieran adelante. Hoy, a pesar de la indignación cada vez mayor en amplios sectores de la sociedad civil que ha tenido como consecuencia la creación de una Plataforma Ciudadana en contra de la venta de patrimonio, la respuesta del gobierno municipal ha seguido siendo la misma que ante cualquier tema del que no pueden sacar rédito político propio: echar balones fuera.

Cualquier especialista en la historia y el arte de nuestra ciudad, conocedor del valor de estos edificios para el acervo común de Granada, es consciente del peligroso precedente que supone la venta de la Casa Agreda. Y la pregunta que nos hacemos todos aquellos a los que nos duele esta política que pone en peligro el patrimonio de nuestra ciudad es simple: ¿Por qué, señor alcalde? De hecho, nos cuestionamos si esto tiene algo que ver el despilfarro en ornato y flores perecederas que han sido el buque insignia de su política de escaparate durante los últimos años.

Mientras esto sucede, el PP sigue jugando con las ilusiones de la gente con asuntos como el Museo de la Ciudad. Recordemos que durante todo el tiempo que ha pretendido utilizar este tema políticamente ha sido incapaz de presentar un proyecto museístico que defina los contenidos del museo y, por lo tanto, qué edificio podría ser el más adecuado para la consecución los mismos. Nunca llegó a plantearse la viabilidad de un proyecto arquitectónico innovador como contenedor del museo, que pudiera servir a su vez como otro atractivo turístico más de nuestra ciudad. Sigue empecinado en el uso del Banco de España, futura sede de la Escuela de Fiscales, cuando también podría estar trabajando y estudiando como utilizar la Casa Agreda u otros edificios emblemáticos de la ciudad como excelentes contenedores para museos, u otras actividades de carácter cultural. Por cierto, eso no implica que no debamos exigir a la Junta de Andalucía que cumpla sus compromisos con Granada y acelere en lo posible los plazos para poner definitivamente en marcha la Escuela de Fiscales.

Ante la prepotencia del Partido Popular solo cabe la toma de conciencia de los granadinos y granadinas, y esperar que la rebelión ciudadana frene este despropósito. Son éstos los asuntos que deben unir a la sociedad civil, y deberían plasmarse en el acuerdo de los partidos políticos que, como representantes de los ciudadanos, debemos esmerarnos en cuidar nuestro patrimonio cultural porque nos pertenece a todos. Es hora de escuchar las voces de los ciudadanos, señor Torres Hurtado, y no esconderse en su despacho. Señor alcalde: ¡La historia de Granada no se vende!