Sentimiento y agravios

Los conflictos no se solucionan con la competición, sino con la cooperación y la negociación, en las que ganamos todos

Andan revueltos los corrillos del politiqueo granadino en estos días. No es que anden preocupados por el modelo educativo que está planificando la Junta de Andalucía para nuestros niños y niñas, ni que consideren positivo que una revista económica haya considerado el IFNIF-Dones como mejor proyecto estratégico de Andalucía, ni que estén echando cuentas de cuántos puestos de trabajo puede suponer la capitalidad cultural. Nada de eso. Lo que ahora ocupa y preocupa a algunos de nuestros próceres más señeros es la granadinidad, la esencia del 'ser granadino' y las consecuencias identitarias que esa esencialidad conlleva en nuestra vida, todas tan relevantes, dicen.

Para armar este ideario se apela a dos herramientas básicas y hasta ineludibles en las construcciones patrióticas: los sentimientos y los agravios. Es en los sentimientos donde se anclan las argumentaciones de quienes quieren poner en pie a los regionalistas cuando vivimos ya en un mundo en el que las fronteras se demuestran, cada día más, motivo de dolor y de conflicto. Un mundo que es cada día más global, en el que es obligatorio pensar globalmente aunque actuemos en lo local.

A los sentimientos se aferran quienes niegan todas y cada una de las mejoras que la actual organización política de Andalucía ha supuesto para Granada, considerando que ninguna de las actuaciones realizadas por la administración autonómica han sido beneficiosas para la ciudad, negando de forma implícita que la Escuela Andaluza de Salud Pública o el Parque de las Ciencias o la capitalidad judicial estén en Granada por decisiones políticas, como por decisiones políticas pueden perderse. Y es en los agravios en los que se hacen fuertes las argumentaciones de esta nueva corriente que intenta ser creadora de opinión, al considerar que nuestra ciudad sale siempre perdiendo cuando nos comparamos con Málaga o con Sevilla, agarramos al viejo mantra de "Sevilla nos roba".

Enfrentar a quienes viven o apuestan por Granada con quienes viven o apuestan por otras ciudades andaluzas no parece una buena decisión para el futuro de nuestra ciudad, que hará mejor en mirarse en ciudades europeas con vocación de futuro. Los conflictos no se solucionan con la competición, sino con la cooperación y la negociación, en las que ganamos todos. De la misma manera, conseguir un futuro mejor para nuestra ciudad pasa tanto por mejorar la vida de quienes vivimos aquí, como por arrastrar en esa mejora a nuestra ciudades vecinas, junto a las que debemos conseguir un mundo más justo y mejor para todas las personas y no solo para una parte.

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