Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Sermoneándonos

Lo más triste de todo es que no escuché ni una propuesta, ni un proyecto para la región y sus ciudadanos

El debate electoral con el que nos martirizó Canal Sur hace unos días me provocó una terrible somnolencia. Ni Dean Martin susurrando con su voz cálida la Nana de Brahms al oído, hubiera conseguido un efecto igual. Así que como para el hombre que siente, la vida es una tragedia pero para el que piensa es una comedia, decidí divertirme un rato.

Recordé un desopilante relato del genial Wodehouse, La carrera del gran sermón, en el que los primos gemelos de Bertie Wooster, aburridos como ostras en una mansión campestre en la que están preparando sus exámenes, organizan un panel de apuestas que tiene por objeto la duración del sermón que los distintos párrocos de las aldeas aledañas van a pronunciar en el servicio del domingo. Ante la posibilidad de que un vicario recién llegado rompa el negocio, Bertie pide al viejo reverendo Heppenstall, por el que han apostado, que lea su Sermón del Amor Fraterno. Dura sus buenos cincuenta minutos y Bertie recuerda habérselo dormido más de una vez. Heppenstall enferma y lo sustituye un tal Bates con el que no contaba nadie. Pero lee el sermón previsto y gana de calle con casi una hora pues suma al tiempo del discurso los carraspeos y balbuceos propios del principiante.

Que Bates sustituya a Heppenstall con el mismo sermón que predica desde hace un cuarto de siglo es una metáfora perfecta de lo que ha sido y es el PSOE para Andalucía. Un cambio de caras con un sermón único y repetido hasta la saciedad. Efectivo pero ineficiente. Y enfrente, tres vicarios de sus líderes nacionales luchando por quedar segundos y encabezar el pelotón. Ya les digo, un aburrimiento homérico. Menos mal que me acordé de Wodehouse.

Lo más triste de todo es que no escuché ni una propuesta, ni un proyecto para la región y sus ciudadanos. Lo más divertido, el argumento de la presidenta de que Andalucía necesita votar otra vez al PSOE. Me recordó el cuento de Saki -otro genio del humor inglés- en el que Clovis, el protagonista, comenta con aire despreocupado que su madre está pensando en casarse de nuevo. ¿Otra vez?, le contesta sorprendido su interlocutor. Es la primera vez, responde Clovis. Yo tenía la impresión de que se había casado una o dos veces por lo menos. A lo que Clovis remata: tres veces, para ser matemáticamente exactos. Quise decir que era la primera vez que piensa en casarse; las otras veces lo hizo sin pensar. Se ve que los andaluces votamos así; sin pensar.

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