La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Sevilla nos roba: ¿Nos ponemos un lazo rojiverde?

Que la Junta de Andalucía no haya sido capaz de ver la singularidad del Parque de las Ciencias habla de su torpeza y de su miopía

Exterior del Parque

Exterior del Parque / P. C.

El café para todos nunca es solución para nada. No lo ha sido para la crisis territorial de España -del terrorismo vasco a la actual escalada de tensión en Cataluña- y no lo ha sido en cuatro décadas de gobierno socialista en Andalucía con un Ejecutivo empeñado en que todas las provincias parecieran lo mismo. El matiz del verbo es importante: ha sido un espejismo que se ha alimentado desde el relato político y que nada tenía que ver con la realidad: la prueba más elocuente ha sido la última etapa del PSOE en la Junta cuando se negaban a dar los datos de los Presupuestos provincializados para (supuestamente) evitar agravios.

Se tiende a confundir el ideal del buen gobierno, enmarcado por supuesto entre criterios de equidad y de justicia social, con la toma de decisiones y el proceso de necesaria competencia que implica la política -y la gestión- desde el mismo día en que se asume el recuento de las urnas. Gobernar bien para todos no es gobernar igual para todos. No cuando hay un destinatario plural, con puntos de partida diferentes, una singularidad propia, unas exigencias concretas y unas expectativas legítimamente diversas.

El café para todos, sin que ello signifique no reconocer que en un tiempo y contexto preciso como la España de la Transición fue una salida -tal vez la única transitable-, se ha convertido en sinónimo de injusticia. Es la ley de la naturaleza, de la vida misma. Desde el entorno privado de cualquier familia -no todos necesitamos ni podemos aspirar a lo mismo- hasta el salvaje entorno de la empresa en un mundo cada más despiadado y globalizado pasando por el propio modelo de enseñanza que nos dice una y otra vez -ahí está el informe Pisa para recordarlo- que la tabla rasa no lleva más que a la mediocridad.

Gobernar bien para todos no es gobernar igual para todos

El "Sevilla nos roba" ha sido durante décadas el mantra con que el PP ha confrontado desde Granada contra el Gobierno del PSOE en la Junta: sostenido sobre una recurrente denuncia de "falta de autonomía" y "favoritismos" y visibilizado en la gestión de la Alhambra que se hacía desde los despachos de la capital hispalense. Ha sido la bandera del agravio. Y, como nos han dicho una y otra vez en las campañas electorales, sólo tenía que llegar el "Gobierno del cambio" a San Telmo para que todos viéramos que se puede funcionar de otra manera. Sin inercias, sin clientelismo y sin el perjuicio que medio siglo de autonomía ha significado el "centralismo sevillano" para Andalucía oriental. Con eficiencia y eficacia. Sin un falso café para todos que se ha ejecutado bajo cuerda provocando todo lo contrario.

La crisis de esta semana con el Parque de las Ciencias no es ninguna "exageración". Ni un episodio más del chovinismo y patrioterismo barato con que tanto nos distraemos en las provincias andaluzas añorando el esplendor de los reinos de taifas. Es más, si atendemos a la justificación que da Hacienda para intervenir las cuentas de todos los consorcios públicos a partir del 1 de enero de 2020, resulta más que coherente y sería hasta exigible para un nuevo equipo de Gobierno que se ha marcado como prioridad reforzar los controles de fiscalización y evitar que haya un mínimo espacio para que se repitan escándalos como el de los ERE.

Sin embargo, la medida no es ninguna cuestión menor de contabilidad. Acaba con la autonomía de gestión de una de las pocas entidades culturales que han sido capaces de escribir una historia de éxito, de eficacia y hasta de autofinanciación y, en su cuarto de siglo de existencia, se ha convertido en todo un referente en Europa por su modelo de funcionamiento y sus programas innovadores de divulgación y excelencia. La factura electrónica, que el día a día se decida en los despachos de la Consejería desde Sevilla con los tiempos del monstruo burocrático que es la Junta, acabará estrangulando y desactivando las razones mismas de su excepcionalidad.

La crisis del Parque de las Ciencias no es ninguna "exageración"

Todos los consorcios no son iguales. Y si el Gobierno del cambio no es capaz de verlo es evidente la miopía de los nuevos gestores. A la vuelta del verano, siendo conscientes de las dificultades que supondría la intervención de la Junta para enero, en el propio marco del Patronato se había planteado la opción de constituir una fundación como alternativa. No han sido capaces de buscar una solución específica para Granada y, seamos consecuentes, eso evidencia dos críticas concatenadas: la incapacidad con que están abordando este tema (desde el punto de vista de la gestión eficaz que pretenden) y la torpeza y falta de sensibilidad con que lo hacen (desde el punto de vista político).

Vuelvo al principio: el café para todos no sirve como solución salomónica para nada. Y lo saben en la Consejería de Educación (gobernada por Cs) cuando han intentado sin éxito frenar la decisión unilateral de sus compañeros de Hacienda (PP). Y los saben los propios representantes de la Junta en Granada que han visto cómo se toman decisiones de tal envergadura a sus espaldas. Y lo saben los grupos de la oposición, que han recibido el mejor regalo de Reyes posible…

Pero nos equivocamos en Granada si situamos este tema en el plano de la confrontación; ni territorial ni política. Es una cuestión de operatividad, de coherencia y de gestión. Casi de supervivencia si atendemos a lo que hoy es el Parque de las Ciencias de Granada y lo que debería ser. No es una crisis política; es una crisis de ciudad. Y, si hay que ponerse un lazo rojiverde para que se entienda y se negocie una solución a la medida, ¡hágase!

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