Las calles se llenaron ayer de personas que habían respondido a la llamada de Vox. Y con los manifestantes, las vías también se llenaron de banderas españolas. El rojo y el amarillo fueron los colores de la manifestación que el partido de Santiago Abascal había convocado en protesta por la decisión de Sánchez de pactar con ciertos partidos. Tanto el político como los ciudadanos tienen el derecho de manifestarse a favor de una opción u otra, lo que realmente resulta curioso de lo ocurrido ayer es que, una vez más, la bandera nacional fue el símbolo de unas protestas vinculadas a la extrema derecha. Estuvo en Colón, en las manifestaciones contra la ley del matrimonio homosexual, cuando se protestó contra el referendum catalán,... No es extraño, pues, que se establezca una asociación entre ambas y que la parte del país que no comulga con las ideas de la derecha, rechace, por asociación, la bandera nacional. Si realmente queremos unir España y evitar la creación de dos bandos, el primer paso, y el más lógico, debería ser no utilizar su mayor símbolo en favor de una única corriente ideológica.

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