CÁMARA SUBJETIVA

Ángeles Mora

Síndromes

SE dice que este año no ha habido "síndrome post-vacacional" de vuelta al trabajo, mayormente porque hay mucho personal ya sin trabajo y quien aún lo tiene lo conserva y lo mima como oro en paño (¡ay, todo es tan relativo!). Así que el trabajo se ha convertido en una gran alegría y los que vuelven a trabajar pasean sus andares luminosos entre los cabizbajos que se arrastran llevando "currículos" de aquí para allá. Las únicas que nunca dejan de tener trabajo -eso sí, sin remuneración ni derecho al paro- son las amas de casa (tampoco los "amos de casa", que "haberlos haylos"), pero no suelen padecer ese síndrome, porque no suelen tampoco dejar de ejercer su profesión en las vacaciones.

Así pues, los síndromes que nos aquejan ahora son otros, especialmente el Gran Síndrome, con mayúsculas que nos domina, o sea: la gran depresión que acompaña al paro y a la falta de perspectivas para un país que sentimos ocupado por extraños cobradores del frac, pájaros de mal agüero que nos sobrevuelan como buitres, y además manejado y maltratado por un pensamiento dañino: "neoliberal" le llaman -ese liberalismo perverso que impone el dinero, basado principalmente en la libertad para machacarnos de todas las maneras posibles-. Libremente circula el capital financiero financiando nuestra ruina y libremente cambian las leyes nuestros ministros para que todo vaya en la dirección adecuada a los intereses de una clase dominante que lleva tiempo labrándose este gran porvenir, este "lío" -que diría Rajoy- el río revuelto donde pescar a lo grande.

¿Y qué otros síndromes nos aquejan tras el verano? A los andaluces el de sentirnos despreciados históricamente. Cataluña, en cambio, exhibe síndrome de superioridad y sale en masa a la calle para pedir independencia. Dice Artur Mas que hay que escuchar al pueblo, aunque él lo tenga sometido a su vez bajo la misma vara neoliberal que luce Rajoy. Pero hay que escuchar al pueblo catalán, sí. Y también haría bien el gobierno en escuchar mañana al pueblo español que se manifestará contra su infame política. No se puede financiar una deuda privada con dinero público por encima de todo: derechos laborales y servicios sociales. Y además es inútil, porque diga lo que diga De Guindos, no es ya que no podamos sostener los servicios sociales sino que con una política tan inadecuada tampoco pagaremos la deuda.

Así que la salida no es arruinar al pueblo a base de recortes o de un IVA suicida sino cambiar de política y reavivar la economía productiva. Darle vida y trabajo al país.

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