Cuchillo sin filo

francisco Correal

Soleares

LUIS Guerrero ha reivindicado el puente secular entre las Letras y el Flamenco. Ahí está el libro de José el de la Tomasa Alma de Barco, con un enjundioso prólogo de José María Álvarez Orozco, las letras que Paco Díaz Velázquez escribió para Camarón de la Isla. Arcángel le puso voz a los poemas de Juan Cobos Wilkins, Mayte Martín a los de Manuel Alcántara. El Niño de Elche ha cantado por Miguel Hernández y los Morente, padre e hija, por ese espíritu santo de lo jondo que se llama Federico García Lorca, quien por cierto no tragaba a Miguel Hernández y llegó a animar a Vicente Aleixandre a que borrara de la lista de invitados de Velintonia al poeta de Orihuela si quería que acudiera el de Fuentevaqueros.

Con el chucuchú del tren descubro en el centro de Málaga, sede del Centro Andaluz de las Letras, que las unidades del Metro están fabricadas por una empresa alemana, CAF, que tiene las mismas iniciales del Centro Andaluz del Flamenco. Si uno permanece atento, percibe que el tren tiene toque, tiene baile, cómo bailan los caballos de hierro, y tiene cante: por el servicio de megafonía del Metro que termina en el Perchel se dan las estaciones en castellano y en castellano… para guiris, como si el primer mensaje lo pronunciara María Zambrano, veleña que da nombre a la estación del ferrocarril, y el segundo mensaje, por ejemplo La Unión Cruz del Humilladero, lo dijera Gerald Brenan para sus amigos de Bloomsbury llegados a la Alpujarra

Cobrando la pena, la pena se olvida. Que hablemos de pingües ingresos donde hubo tanta necesidad es un insulto a la inteligencia. El estómago del artista flamenco se expresaba en prosaicos iconos: el Potaje de Utrera, el Gazpacho de Morón. Ahora nos hemos vueltos cursis, pusilánimes y sobrecogedores. Este gazapo nominal entre el Centro Andaluz de las Letras y el de los Números no deja de ser un alegato contra tanta pamplina y solemnidad por la vía del esperpento. Nos trajimos de África el Mundial del gol de Iniesta y la declaración de Nairobi para el flamenco y nos pusimos estupendos. A final de mes, había alguien que por ciencia infusa cantaba por soleares, porque la petenera da mala suerte. Hay veces que el dinero busca los mismos vericuetos que la inspiración. Eso es arte y lo demás es pura envidia.

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