Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

'Stock' de salud

Si no queremos más pandemias y así conservar nuestro capital de salud, tendremos que conservar nuestro capital natural

En los años 70 se hizo muy popular en el mundo académico una teoría de la salud según la cual todas las personas nacemos con una cierta cantidad de salud, es decir, un capital, un stock de salud, heredado de nuestros padres. Es una cantidad fija y limitada que si gastamos rápidamente nos conduce también rápidamente a la enfermedad, la discapacidad y la muerte. Adoptando hábitos saludables como, por ejemplo, el ejercicio físico, seremos capaces de mantener una gran cantidad de esas existencias. Por el contrario, adoptando hábitos perjudiciales como fumar o si sufrimos condiciones de trabajo inadecuadas o pobreza, entonces se consume rápidamente ese capital de salud, y la enfermedad y la muerte aparecerán más temprano en nuestras vidas. Esta ha sido una de las teorías de la salud que han dado pie a que millones de personas en el mundo hagan ejercicio físico, cuiden su dieta o no fumen: conservar ese valioso capital de salud.

En esos mismos años, un economista alemán publicó una colección de ensayos que, editados como libro, tituló Lo pequeño es hermoso. Argumentaba que los recursos naturales del planeta son limitados, es decir, tenemos una cantidad fija y limitada, un capital natural, similar al capital de salud. Y que, por tanto, si adoptamos hábitos depredadores de estos recursos -como las economías basadas en los combustibles fósiles, en el ladrillo, sean viviendas o autovías, o el turismo-, consumiremos rápidamente ese capital natural. Así que nuestra supervivencia en el planeta depende de que seamos capaces de conservar dicho patrimonio natural.

Hace unos meses, una autoridad de la OMS reconocía que la gran mayoría de las epidemias que estamos sufriendo en el planeta, como sida, ébola o coronavirus, se debieron a saltos de virus desde sus reservorios naturales en animales al ser humano. Ese salto se produce por hábitos ambientales depredadores del medio natural de esos animales. Estas y otras prácticas poco respetuosas con el medio natural nos han traído esta pandemia, y también el cambio climático.

La pandemia ha demostrado que algo microscópico, un virus, puede paralizar un planeta. Que no hay solución individual, sino que dependemos del esfuerzo colectivo de nuestras sociedades e instituciones. Si no queremos más pandemias y así conservar nuestro capital de salud, tendremos que conservar nuestro capital natural. Medio natural, pandemia y salud son nuestro triángulo de la vida.

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