La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Susanazo

En política ya no es pragmático que gane el mejor, sino poder formar gobierno. Cs y PP deben intentarlo, y Vox aprobarlo

Se trataba de no dejar creer, a quien hacía ostentación de ello, que Andalucía estuviera escriturada a su nombre. De poner coto a unos raspalíndes aplicados en liderar el expediente de ocupación y registrar a su socialista nombre la Andalucía que se define desde El Rompido hasta Vélez Rubio, desde Bailén a La Línea. El cambio buscaba que el poder hegemónico socialí tuviera democrática estación término y hora de llegada.

Los votantes estábamos llamados a poner orden entre quienes reclamaban ser nuestra representación. Elegir nuevos o renovar el poder del susanismo acrisolado, nacido del chavismo y el griñanismo más apparatchik, el que busca excusas fuera para justificar su escasez dentro; quienes escaseaban gobernando entre excesos de pocos sesos pagando con dinero público por tener sexo comprado; o agarrando el presupuesto público con el mismo despilfarro con el que gasta un insolente rico.

Los resultados del domingo nos han puesto fácil imaginar el futuro de Andalucía. En política ya no es lo pragmático que gane el mejor, sino que alguien pueda formar gobierno. Así va a ser en las próximas convocatorias, y en las siguientes a las próximas. Cs y PP deben intentarlo, pero Vox tendrá que aprobarlo.

El susanazo también ha sido provocado desde la Moncloa. El PSOE del doctor Sánchez ha facilitado la derrota más severa de su partido, junto al régimen andaluz. Por creerse inabordables, por pensar que no caería jamás y ejercer el poder con insolente renuncia a la más mínima humildad. "Falcon" Sánchez, ese enemigo y compañero de partido, ha hecho mucho por arruinar la candidatura de Susana: vendiendo humo, desenterrando muertos bien enterrados, contemporizando con golpistas y secesionistas anti españoles, y alardeando de subir impuestos a toquisqui. Ay, el Pere.

El susanazo vio llegar su propio batacazo; Susana atisbó posible amanecer el 3-D bajo el frío puente de Triana, deshabitando San Telmo. Y decidió distinguirse insultando. Definió su miedo intentando dividir la cosecha de centro derecha entre las tres derechas. Y, junto a Calvo y Sánchez, lograron movilizarlas más que dividirlas; sacarlas del cómodo sofá de casa, en el que se quedaron avergonzados muchos de los suyos. Menos de la mitad del censo votó. El susanazo también es eso: una abstención que lo delata.

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