Paso de cebra

josé Carlos Rosales

Temas de conversación

TAYYIP Erdogan (presidente de Turquía) no soporta que le hablen del genocidio armenio (1915-1921): más de un millón de personas desplazadas o ejecutadas sin piedad por el ejército turco. Xi Jinping (secretario general del Partido Comunista Chino) no tolera que nadie escriba en su país sobre los sangrientos sucesos de Tiananmén (junio de 1989): cientos de personas tiroteadas por el Ejército Popular de Liberación (sic) o aplastadas por los vehículos acorazados que limpiaron de demócratas y defensores de los derechos humanos las calles que conducen a la plaza de Tiananmén. A Pablo Iglesias (y al resto de sus colaboradores) no les gusta hablar de Venezuela: 60.000 exiliados en Colombia entre 2012 y 2015, 200.000 en España desde 2001 y una inflación interanual de más del 700% para finales de 2016.

En fin, cada uno de nosotros hablamos cada día de lo que más nos interesa o nos parece más adecuado: somos gente de a pie, peatones de la historia. Pero cuando eres presidente de un país (o candidato a presidente) estás obligado a hablar de todo, no puedes imponerle a la ciudadanía que no hable de lo que a ti no te gusta o no te viene bien: dime de lo que no hablas y te diré de lo que padeces. Así son las cosas en la práctica populista o caudillista de la política: hay temas de los que no se puede hablar y temas de los que hay que hablar por narices. Y el que se mueva o se salga del guión no saldrá en la foto, no pasará a la historia, podrá perder su trabajo o recibir una visita inoportuna a altas horas de la madrugada. Que se lo pregunten a Mehmet Baransu o a Canan Coskun, periodistas turcos que se atrevieron a escribir de lo que no era conveniente y fueron acosados, perseguidos, detenidos, interrogados, enjuiciados, condenados, encarcelados y olvidados. Y hay otros muchos casos así en aquellos países que han inspirado la conducta política de Podemos.

Iglesias (y asociados) no han llegado todavía a la Moncloa y ya están tratando de restringir los temas de los que podemos hablar. Antes (durante años) estuvieron hablando todo el rato de Venezuela ("patria de acogida" la llamó Errejón en mayo de 2014) y ahora ya no les parece bien seguir hablando de este asunto; a mí tampoco me lo parece (pero yo no soy candidato), como tampoco me parecería bien cambiar el caudillismo provinciano de Rajoy por el caudillismo populista de Iglesias. Supongo que lo más sensato sería huir de todo caudillismo.

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