Cambia, todo cambia

Territorios de sacrificio

En el norte de la provincia están previstos hasta 5000 generadores eólicos y miles de hectáreas de placas solares

Nuestra economía minero-industrial y las ciudades metropolitanas que la caracterizan basan su existencia en el expolio extractivista de los recursos de áreas más o menos lejanas a las que devolvemos los residuos que generamos. Los países del Sur Global, las áreas periféricas, y en general las zonas rurales donde se da este extractivismo son territorios sacrificados para que funcione la megamáquina industrial y poder así mantener los excesivos niveles de consumo de las áreas más opulentas. Las crisis desatadas por el Covid-19, sumadas al agotamiento acelerado de los recursos, sobre todo los energéticos, están aumentando exponencialmente las desigualdades y las tensiones extractivas. La transición hacia las energías renovables y la electrificación para la salida de las crisis que han diseñado los grandes poderes globales, incluida la Unión Europea, también está basada en el uso intensivo de minerales y territorios. Todo esto supone que las zonas de sacrificio se estén ampliando y destruyendo con mayor violencia,

De este modo, el Plan de Reconstrucción del gobierno pretende sacrificar gran parte del país para la producción de energía renovable. Uno de los ejemplos más extremos se dan en el norte de la provincia de Granada donde están previstos hasta 5000 generadores eólicos y miles de hectáreas de placas solares cuya producción sería distribuida a los grandes centros de consumo a través de la línea de alta tensión Caparacena-Baza. Tanto las torres de esta infraestructura como sobre todo los megaproyectos de energía renovable acabarían con los paisajes del Geoparque y negarían la posibilidad de un desarrollo sostenible y local basado en otros sistemas productivos esenciales como la agroecología. Afortunadamente la mayoría de la población de estos pueblos no quiere que las comarcas del norte granadino sean territorios de sacrificio, y van a resistir siempre que les apoyemos desde fuera.

Existen numerosos ejemplos internacionales, pero hay uno paradigmático por sus similitudes con Granada. Se trata del Istmo de Tehuantepec (sur de México). En este territorio hay instaladas más de 2.100 turbinas eólicas y prevén construir varios miles más. Además las compañías mineras que funcionan gracias a la energía renovable quieren incrementar sus operaciones a cielo abierto sacrificando cada vez más territorio. Así pretenden destruir la selva de Chimalapas, una de las más biodiversas del planeta, lo que no sólo afectaría directamente a los pueblos indígenas que la habitan desde hace milenios si no que supondría una alteración importante de los equilibrios ecológicos globales.

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