Uno de los mantras más repetidos en los primeros estadios del confinamiento fue que ese tiempo recluidos en casa serviría para hacernos pensar en infinidad de cosas. Sin embargo, ahora que empezamos a ver el fin de la curva, parece que, al menos algunos, hubiesen necesitado más tiempo para pensar. Uno de los principales motivos que ha impulsado al Ejecutivo de Sánchez a abrir la mano respecto a su plan original de desescalada ha sido la necesidad de mitigar el golpe al sector hostelero, un motivo muy similar al que lleva a la Junta a pedir el pase conjunto de Granada y Málaga, pues esta última especialmente tiene en la costa uno de sus principales motores económicos. De aquellos barros estos lodos, parece que a nadie se le ha ocurrido dedicar los más de 80 días de estado de alarma a pensar un modelo económico para Granada, Andalucía y España, que no pase por convertirse en la barra de bar del norte de Europa. Un modelo que premie, por ejemplo, a esa famosa "generación más preparada de la historia", que en el mejor de los casos se ha visto obligada a trabajar de camarera o reponedora.
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