Afirmar que en el momento actual estamos inmersos como sociedad en numerosos asuntos que resultan de difícil abordaje y que generan situaciones de incertidumbre, no es descubrir nada nuevo. Estamos en tiempos complejos. Seguramente de los más difíciles a los que se ha enfrentado la sociedad española en los últimos 40 años o quizás más.

Afrontamos una crisis global de salud pública causada por la Covid-19 que tiene enormes consecuencias sanitarias y no menos importantes consecuencias económicas que conllevarán pobreza y desempleo con peor incidencia en los países menos desarrollados. España, como miembro de la UE, trata de conseguir que los países europeos puedan afrontar esta difícil situación con un acuerdo que permita disponer de recursos para la reconstrucción que necesitamos.

La cumbre europea que comenzó ayer supone una prueba de fuego para el futuro de la UE y, por tanto, para el futuro de España. Habrá que estar atentos a las condiciones que se pongan para el acceso a los fondos; seguramente para una parte de ellos habrá que comprometer reformas que necesitarán un acuerdo amplio de las fuerzas políticas que puedan gobernar en las próximas dos décadas, lo que haría imprescindible una postura más constructiva por parte del PP en relación a este asunto.

Por otra parte, la crisis institucional que puede afectar a la monarquía derivada de los hechos que se conocen a través de filtraciones a determinados medios sobre eventuales cobros de grandes cantidades de dinero y la gestión de las mismas y que se refieren a Juan Carlos I, es posible que genere decisiones de enorme impacto social y político en los próximos días. Es evidente que estos asuntos alientan el debate sobre la forma del Estado y suponen un elemento de potencial conflicto y división en la sociedad.

Y finalmente, aunque hay otros temas que generan preocupación, la incertidumbre económica tiene un enorme impacto general, sí. Pero, sobre todo, tiene un impacto en la juventud que ha de enfrentar un futuro lleno de nubarrones, algo que no permite augurar expectativas alentadoras sobre el futuro.

Es por eso que, en estos tiempos complejos, se hace más necesario que nunca el diálogo y el consenso para conseguir la utopía de afrontar con ciertas garantías los actuales desafíos. Esta próxima semana se votarán en el Congreso de los Diputados las conclusiones de los trabajos de la Comisión para la Reconstrucción. Es necesario un acuerdo global pero hay dudas que ello sea posible. Ojalá todo acabe bien y veamos un acuerdo de las fuerzas políticas. Estaríamos así en las mejores condiciones posibles. Casi nada.

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