Llevamos dos semanas de ataques despiadados de parte de Rusia hacia la población de Ucrania y los terribles efectos son retransmitidos de manera constante en las televisiones, radios y prensa escrita. Muerte, destrucción, dolor y huidas masivas de cientos de miles de personas, nos traen a nuestras retinas los efectos devastadores de una guerra cruel que nos muestra (de nuevo) que la humanidad no aprende y vuelve y vuelve sobre la guerra una y otra vez.

Son tiempos duros para la sociedad ucraniana porque es a esta población a la que Rusia con esta guerra de ocupación está masacrando y la que está saliendo como puede de su país dejando atrás todo lo que les pertenece. También son tiempos duros para el resto de Europa porque las consecuencias para la seguridad de toda Europa y para la economía son evidentes y serán aún mayores con el paso del tiempo.

La inflación camina desbocada al alza como consecuencia del encarecimiento de las materias primas y ello, de seguir así, tendrá consecuencias en la competitividad de nuestras empresas y en el empobrecimiento de la sociedad por el encarecimiento de la cesta de la compra.

Junto a ello, la mayor inversión en equipamientos militares que se está produciendo en Europa (aún cuando puede estar justificada en este contexto), limita la disponibilidad de recursos para otras prioridades y en especial para las áreas de bienestar social. Y una alta inflación golpeará también a la tesorería de la seguridad social que requerirá más recursos para hacer frente a la factura de las pensiones, indexadas al IPC.

Por eso es urgente y prioritario parar esta guerra y esta agresión rusa al pueblo de Ucrania: por razones puramente humanitarias y por las razones que explican el contagio de las consecuencias sociales y económicas en el resto de Europa.

El presidente francés, Macron, señaló el pasado jueves que Europa debe prepararse para todos los escenarios, lo que implica que todo puede pasar. Lo tiempos duros pueden ser muy duros. Y en este contexto, la unidad de las fuerzas políticas y sociales en España y la unidad de la UE son elementos clave para minimizar los impactos.

Son tiempos duros sin duda y, por eso, son tiempos propicios para grandes liderazgos y para posturas de cooperación y consenso entre todos. Eso es lo exigible.