La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Tragando quina

Y mucha tila para quienes contemplamos estoicamente la voracidad con la que la verdad destruye personajes de la política

El alcalde de Granada ha resumido su situación anímica en el Ayuntamiento con el aserto que titula esta entrega. En declaraciones de sus compañeros de partido, un ex, Fran Hervías, y otro a punto, Manuel Olivares, dijeron que el 2+2 era cierto, multiplicando así por cuatro el pedido de quina, ese brebaje febrífuga que Salvador debe encargar al chamán de Amazon en Guinea.

La quina del alcalde tiene el sabor amargo de la verdad que duele. Es esa pócima que el karma dedica a quien se aferra a la verdad que más le conviene y no a la que se describe con las palabras exactas que ofrece nuestro idioma. Y ahí sigue, aprovechando que no hubo siquiera una servilleta del Meliá sobre la que firmar el apretón de manos del 2+2, proponiendo un brindis de quina rebajada con hielo a quien quiera comprarle su presunta humildad de político incomprendido, a pesar de tener quebrado el valor de su palabra. Otra vez.

Quina, la que debieron estar tragando también Hervías y Olivares al callar durante tanto tiempo ante la aseveración reiterada del alcalde negando el 2+2. Si lo sabían, como ahora confirman en sendas declaraciones públicas, ¿por qué no hicieron gala de su honestidad y ahorraron a Luis y Sebas esos pedidos de quina que podían perjudicar su estado de salud política?

A Luis Salvador no le debe haber sorprendido la invitación a tomar quina de manera perpetua que le dejan desde su propio pequeño grupo de concejales, y empieza a elaborar el método con el que poder espaciar tan estomagante ingesta. Su baile empieza a ser de un solitario que gruñe, con el cínico apoyo de la desubicada Inés y de su otrora rival, Juan Marín, hoy interesado aliado.

Quina para nosotros también, con la que digerir mejor esa excusa que alega Salvador como señuelo para inhibirse. Se refiere el acuerdo nacional de PP y Cs como inamovible tótem de su liderazgo. Olvida que si Vox no hubiera vetado a Sebastián en 2019, no habría más acuerdo que el que hiciera alcalde al cabeza de lista más votado entre los pactantes. Aquella amarga quina fue Sebastián Pérez quien debió digerirla, al lamentar no haber firmado un papel con el que poder argüir hoy para exigir el intercambio prometido por Luis Salvador.

Y tila, mucha tila, para quienes contemplamos estoicamente la voracidad con la que la verdad destruye personajes de la política. Mucho árnica ciudadana para seguir en la contemplación del sobrado descaro con el que políticos de prestigio breve, dejan siempre herida la verdad.

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