La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Tranquilidad y a votar

Nadie volverá al armario, Franco no resucitará, España no se romperá y no habrá gulags

Gane quien gane esta noche, la democracia no corre peligro. Y el Estado del bienestar tampoco. Esto es lo más importante. Lo que no quiere decir que otras cosas que dependen de quien gane y con quien pacte no sean importantísimas para las vidas de millones de ciudadanos. Durante la campaña electoral todos los partidos han exagerado tanto los peligros a los que nos exponemos que conviene enfriar las cosas.

Si gana una coalición PSOE-Unidas Podemos no habrá gulags, ni fusilamientos de curas y quema de iglesias, ni España será Corea del Norte. Ni tan quiera la del golpe de estado de 1934 o la del Frente Popular. Incluso si han de apoyarse en los independentistas, no se romperá España.

Si gana una colación PP-Ciudadanos no desaparecerán la sanidad ni la educación públicas, las mujeres no serán recluidas en las cocinas, los homosexuales no serán lapidados y el liberalismo no hará de la sociedad una jungla darwinista. Incluso si han de apoyarse en Vox no se saludará brazo en alto y Franco -lo saquen o no de su tumba- no resucitará.

Personalmente, estimo que lo ideal sería una coalición PSOE-Ciudadanos o PP-Ciudadanos porque en ambos casos quedarían fuera del Gobierno los dos partidos populistas de derecha e izquierda extremas y los independentistas (Montesquieu: "La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo"). Pero aún en el caso de que los votantes den a Unidas Podemos y a Vox (dos formaciones surgidas de la desafección hacia la llamada política tradicional, la desconfianza y el cabreo) el número suficiente de votos, restados al PSOE y al PP sobre todo, y fuera necesario apoyarse en ellos, la Constitución, el Tribunal Constitucional, el Supremo, el Consejo General del Poder Judicial, el Congreso, el Senado o la prensa libre ponen límites que soóo pueden alterarse -caso de la Constitución- a través de procedimientos que exigen los amplios consensos requeridos por los artículos 167 y 168.

Todo esto es sabido, pero conviene recordarlo tras tanta exageración mete miedo. Iceta no será recluido en un armario, Sánchez no verá resucitar el franquismo, ni Rivera la independencia de Cataluña, ni Casado la colectivización, ni Iglesias el renacer de famélicas legiones, ni Abascal mirará desmoronarse los muros de la patria suya. Tranquilidad. Y a votar.

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