RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez Azaústre

Transparencia o desastre

QUÉ fue antes, Bankia o el Gobierno? ¿Dónde comenzó la caída libre? ¿Dónde se torcieron ambos pulsos, el de Fernández Ordóñez y el de Rato? ¿O fue De Guindos quien cayó primero -aunque todavía se mantenga- al vaciar de contenido la figura del gobernador del Banco de España? Cómo puedes saberlo. Cuanto más lees sobre el tema, más te viene a la cabeza, como una letanía, como un mazo inclinado sobre un tambor ligero, una sola palabra: transparencia. Lo hecho, hecho está: mal, seguramente. No, peor. Pero ahora, al menos como forma de recuperar una cierta conciencia ciudadana, una dignidad que nos mantenga por lo menos erguidos antes del desplome, necesitamos saber. Quizá por eso el rechazo del Partido Popular de una explicación en el Congreso de Rodrigo Rato, y también del ex gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, precedida también de otras negativas anteriores en situaciones análogas, aunque nunca de una gravedad nacional parecida, es una caída dentro de la caída, una crisis dentro de la crisis, una grieta dentro de la grieta de sociedad partida.

Josep Sánchez Llibre ha utilizado una palabra bastante certera, exacta y dura, con escaso lugar para el equívoco, a la hora de definir la situación ignominiosa de las participaciones preferentes de miles de ahorradores, que ahora no pueden disponer de sus depósitos, mientras los sueldos de los directivos, sus pensiones, sus primas, como ha sido costumbre en muchas cajas de ahorros españolas y andaluzas, alcanzan cotas multimillonarias. La palabra escogida por el diputado de CIU ha sido, secamente, "estafa". Claro que todo esto es una estafa: grande, desvergonzada, pública. Una estafa tan segura de sí misma que apenas ha previsto el maquillaje, que se basta a sí misma para expresarse sola. Con la crisis de Bankia, si el Parlamento no puede abrir una comisión de investigación, ¿para qué queremos Parlamento? Es cierto que para el PP la comparecencia de Rato no es un trago fácil, porque fue promovido por Rajoy, y por Ruiz-Gallardón, para presidir Bankia, de donde ha salido ahora con el mismo prestigio, o desprestigio, con el que salió, también, de la presidencia del Fondo Monetario Internacional, una salida que entonces no se explicó del todo, aunque se entiende ahora.

Pero ahora el tema ya no es si Rato es, o no, un gestor nefasto, o si ha sido traicionado desde las medidas del Gobierno de Rajoy. El tema es esta estafa. ¿Dónde está el fiscal general del Estado, Eduardo Torres Dulce? ¿Qué hay que hacer en este país para que se persiga a los culpables? ¿Vaciar sus arcas? No, ya está hecho. Y Rajoy dice que no estamos al borde del rescate. Su electoralista transparencia, mientras, para el cielo. Sólo queda exigir responsabilidad patrimonial, hasta el último céntimo de euro, para cada estafador de este desastre.

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