Trileros de la política

No sé si en la dictadura se hubiera podido instaurar de manera más soterrada. Sé que los padres no nos vamos a aquietar

Ayer, el treinta y cinco por ciento de esta sociedad con hijos en edad escolar, ha dicho Basta. Basta. Es la mezquindad llevada a lo alto del púlpito, la sinvergonzonería que no se inmuta aunque una y otra vez le hagan trampas a la propia democracia. El tiempo retratará este tándem PSOE-Podemos, como la auténtica anomalía de este tiempo tan convulso que nos tocó vivir. Lo que más duele es que ciertos dirigentes estén usando el nombre de un partido como el socialista, al que no me duelen prendas en reconocer su importancia en la lucha por los derechos y libertades de todos los ciudadanos, incluso hasta de los que no pensaban como él.

Era el momento. El virus minimiza las manifestaciones públicas de repulsa. Tienen la llave de la calle, la mordaza, y en grupos limitados a seis, era el momento propicio y la ocasión. Tienen libertad de crítica, la absoluta aquiescencia de su torre de cristal desde la que no dudan, ya no en aplastar ideologías contrarias, sino discriminar a menores de edad. Y si no, que se lo digan a los niños de la concertada y su intención de excluirlos de los protocolos Covid en los Acuerdos de Reconstrucción de final de julio. Su sectarismo era y es tan evidente, que el tumulto los hizo renunciar en aquel momento. Pero guardaron su venganza para ahora.

Ciento diecisiete enmiendas a su propio proyecto de ley. Vendieron humo en el proyecto para ahora desnaturalizar todas sus promesas. Eso es de sinvergüenzas y trileros. Dos veces me senté con la Ministra. Siempre prometió la exquisita igualdad, la importancia de la concertada. Y ahora, 117 enmiendas. Trileros de la política. Y 54 más de Podemos en solitarios. ¿Qué engaño fue entonces aquel proyecto que ya de por sí era malo? Exterminar las plazas de cero a tres años en centros concertados, acabar con la complementariedad pacífica de las redes publica y concertada de la que venimos disfrutando y que sólo entran en colisión porque los políticos se empeñan en ella, suprimir la libertad de elección (y de camino golpear nuestro sistema constitucional); reforzar el criterio de zonificación, formando guetos, para que nadie se le pueda ocurrir elegir otro tipo de centro, eliminar la educación especial, maximizar actividades complementarias de contenido ideológico, suprimir los conciertos...

No sé si en periodos de dictadura se hubiera podido instaurar de manera más soterrada e infame. Lo que sí sé es que los padres no nos vamos a aquietar. Que las familias no vamos a permitir este engaño. Y que el ciudadano les devolverá esta continua imposición unilateral en todos los aspectos sociales. Su credibilidad no es que se ha desgastado con la pandemia. Es que ha desaparecido. Han utilizado el virus para imponer sus designios políticos. Es vergonzante su falta de respeto por las instituciones democráticas de este país.

En la calle nos encontraremos. Seguro. Nos encontraremos. Les hace falta. Lo están provocando y proponiendo en este enfrentamiento continuo. Aunque, como es natural y propio de su talante, lo prohibirán. Lo que les decía. De trileros.

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