Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Ultimátum a Granada

El sillón de Salvador tiene un precio y piensa retenerlo hasta que le aseguren un buen cargo a nivel nacional

Cumplido el plazo del ultimátum que el "rescatador" Cuenca dio a Salvador para que abandonase el sillón de edil principal de una ciudad a la que ni representa ni se siente representada por este protagonista de culebrón barato, la única realidad de Granada, aparte de la palabrería de unos y otros, es la de ser una ciudad que tiene el privilegio de ser la última para todo lo bueno en el ranking nacional y la primera para todo lo malo.

El ultimátum lanzado por el PSOE para que el actor principal del vodevil de cuarta fila deje ya de una vez la alcaldía no ha surtido ningún efecto en el aludido, que no tiene la más mínima intención de dejar el testigo de alcalde a alguien que esté, por lo menos, más legitimado que él por los votos para regir Granada. Su sillón tiene un precio y piensa retenerlo hasta que le aseguren a nivel regional un buen cargo a cambio de bajarse del coche oficial de alcalde para subirse en otro.

Ni caso, con él no va todo el mal que está sufriendo la ciudad, desgobernada ya desde hace dos años. En verdad, sus cómplices peperos en el engaño del 4.0, esos que ahora se rasgan las vestiduras al oír su nombre, no se han puesto todavía de acuerdo con Cuenca, ni probablemente se pongan, y tampoco parece que sus excompañeros ediles de Cs vayan a apoyarlo, más bien se han echado en brazos del PP por si les cae otro cargo.

Con este panorama descorazonador para Granada, en donde los intereses de la ciudad y de los granadinos ni cuentan, ni importan, en donde priman los intereses personales de unos personajes que no se merecen estar al frente de nuestra ciudad, quien verdaderamente vive en un ultimátum permanente no es otra sino la propia Granada, desgobernada, dejada, abandonada a su suerte, porque estos ediles -que deberían pasar a exediles cuanto antes- han decidido hacer dejación de sus obligaciones municipales para tener contentos a sus dirigentes, idéntica razón por la que vendieron Granada a un 4.0 inverosímil y/o a un 2+2 con dudoso encaje. Culpables ellos, culpables del abandono de Granada y de este Ayuntamiento sin gobierno. Todo por complacer a sus jefes políticos. Dimitan ya. Y encima viene Marín, ese con militancia de amplio espectro, a echar más leña a un fuego en el que estos jefes deberían callarse y dejar que se decida desde la autonomía local. Cállense pues ya Marín, Arrimadas, Egea, Hervías…

Sí, gracias a esta guerra política cargada de egoísmos personales, Granada se encuentra en un ultimátum a su propio progreso y desarrollo, porque, de seguir este espectáculo consistorial contra la ciudad, nuestro último lugar será más último que nunca

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