No sé qué significa la expresión 'Truco o trato'. Ni quiero saberlo. No seas graciosillo, y no me lo expliques. ¡Qué no, contre…! Sé que se utiliza para pedir disfrazado por las casas esta noche, víspera de la fiesta de Todos los Santos. Pero desconozco su significado.

No me importa que importemos fiestas. Es más, la mezcla de culturas y la incorporación de nuevas tradiciones me parece una riqueza impagable. Frente a quienes se creen el ombligo del mundo y a quienes creen que cualquier cosa de fuera es una agresión, sinceramente creo que las mezclas suponen un enriquecimiento colectivo en todos los ámbitos.

Por eso no me molesta la celebración de las calabazas, importada de Irlanda vía películas americanas. Ni me preocupa eso, ni la paganización de fiestas primitivamente con sentido religioso. Son parte del mismo proceso que divinizó fiestas paganas, incluyendo el nacimiento de Jesús en pleno invierno (cuando los pastores estaban al raso en plena noche) solo para hacerlo coincidir con la fiesta del nacimiento del sol. Para mí, mi fe como creyente está por encima de la culturización o incardinación de la fe en el entorno.

No me importa que importemos fiestas y costumbres. Lo que me da rabia es que despreciemos las nuestras abriendo hueco sin pestañear a las de otros territorios y sociedades. Importar, si; conservar, mimar y promocionar lo nuestro, también.

No me creo anclado en el pasado, pero lamento que la generación que se prepara ahora en nuestros colegios, y hasta universidades, ya esté creciendo despojada de una herencia inmaterial que se ha ido pasando de generación en generación desde que el mundo es mundo.

Nunca en la historia de la Humanidad se ha producido esta ruptura. Estamos creando un cisma brutal con nuestra memoria. Y somos responsables todos los que creemos que todo lo nuevo o todo lo de fuera es tan bueno que merece la pena pisotear nuestra herencia colectiva.

A ese desapego por lo nuestro contribuyó, sin duda, el uso franquista de las tradiciones, incluidas las religiosas. Esa utilización ha provocado la huida de muchas personas que se han visto expulsadas de ese bagaje generacional. (Como diría mi Berbel, ¡qué largo se me está haciendo el franquismo!).

Una imagen religiosa será coronada mañana en la Catedral de Granada. Este sábado, ante el Ayuntamiento, el alcalde le impuso la Medalla de la Ciudad a la preciosa Soledad de Santa Paula. Sinceramente yo no veo ningún problema en el respeto y consideración de las instituciones civiles hacia el hecho religioso, con mi Iglesia y con el resto de credos. Pero también entiendo que el abuso histórico de un jefe de estado bajo palio siga aún hartando y hastiando a muchas generaciones, en este caso, de granadinos.

¿Que, por qué una cosa me lleva a la otra? Simplemente, porque apuesto por una convivencia de lo nuevo y lo viejo sin despreciar a nada ni a nadie. Estoy encantado con nuestras tradiciones… y con Halloween... también, siempre que luego no te parezca antiguo que los niños pidan el aguinaldo en Navidad.

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