El del VAR y los meteoritos

La tendencia a un gran pacto que permita salir del bucle en el que estamos va ganando adeptos

Dicen que en Semana Santa tendremos pastillas que nos defiendan del coronavirus. Hace poco no encontrábamos mascarillas y ahora las venden hasta en las gasolineras, de ahí que los más optimistas concluyen que algo así ocurrirá en breve con las medicinas que pondrán fin a los peores años de nuestras vidas.

Dicen que tanto Rusia como China perderán su batalla contra Occidente porque, aunque sus economías centralizadas puedan ser más contundentes tomando decisiones que aquellas gestionadas con reglas democráticas, los valores de las sociedades en las que impera la libertad siempre se impondrán a los regímenes totalitarios en lo cultural. Puede que la dictadura china logre conquistar Wall Street, pero nunca convencerá al mundo de que una sociedad sin libertades pueda ser un modelo atractivo para sus ciudadanos.

Dicen que pronto habrá pactos entre el PP y el PSOE que alejarán de los gobiernos las ideas más radicales tanto por la derecha, como por la izquierda. Las grandes mayorías están ahí y lo lógico es que sean fuerzas capaces de representar a ese 70% de españoles que coinciden en los temas esenciales quienes nos gobiernen. Serán otros los interlocutores, pero la tendencia a un gran pacto que permita salir del bucle en el que estamos va ganando adeptos en detrimento de los partidarios del enfrentamiento interminable. El cansancio hará el resto.

Dicen que un día la mitad de los norteamericanos se darán cuenta de que Trump es un mentiroso que ha hecho de la política un lodazal de demagogia y falsedades. La otra mitad ya sabe que detrás de figuras como él o Bolsonaro sólo hay intereses privados que creen que las sociedades son mercados que conquistar y no personas a las que servir. Y dicen, incluso, que Garzón declarará que siempre preferirá la carne de una buena rubia gallega a un filete de raza Angus o Wagyu.

Les parecerá todo muy optimista, pero si en el futbol, reino de lo subjetivo, se ha instalado un sistema infalible sobre si ha sido o no penalti, ¿por qué no un VAR que establezca sin error alguno lo que hacemos bien o mal? El VAR de la verdad se llamaría. Lo preocupante si la idea cuajara es que, entonces, ¿de qué opinaríamos quienes nos dedicamos a ello? Temo que, como en otras facetas de la vida, pronto las máquinas también nos van a decir qué pensar. Ese es el meteorito que está llegando. Y da miedo, porque es real y no hay peor verdad que aquella que no admite discrepancias.

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