La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Vamos, De Haro

El caldo que ha cultivado se lo permitió una organización tan inverosímil como falta de análisis objetivo por el que regirse

Poca gente en Granada conoce las propuestas de progreso con las que distinguir a Vamos Granada de otros partidos políticos en el Ayuntamiento. Pero es muy seguro que muchos sabrían que en su grupo municipal hay tres concejales, y se llevan mal los cuatro. Que discuten entre ellos más que defienden a quienes les votaron.

Con este espectáculo mediático, ese circo de trapecistas y funambulistas que nos descubren a cada declaración pública, en Vamos Granada han dado lugar a que se les considere no un partido político, sino un experimento político fallido. Una pipirrana de ideas con un ingrediente común: el vinagre que los amarga. Luis de Haro ha puesto mucho para que así sea. Debe ser difícil en Vamos Granada encontrar huecos en su bien pagada jornada de leal oposición para acordar propuestas contra los problemas de la ciudad. Ocuparse de los demás debe esperar a que se desocupen de ellos. Lamentable bochorno.

El excomisario De Haro debe tener asuntos pendientes con el mundo, odios no olvidados con media Granada, cuando hace de cualquier batalla una guerra personal, una afrenta con la que ni él ni su edad están dispuestos a transigir con cesión alguna. El extremo es su línea de acción preferente. Porque él lo vale y Pepe Entrena lo empuja a ser tan "valiente". El caldo que ha cultivado se lo permitió una organización tan improvisada como indisciplinada, tan diversa como inconcreta, tan inverosímil como falta de análisis objetivo por el que regirse. Lo creyeron con enganche mediático suficiente como para ser un número dos eficiente. Él, que venía herido del progresismo socialista que lo rechazó para liderazgo alguno, encontró en aquella olla de grillos podemita el plato ideal sobre el que cocinar revanchas.

A De Haro le van a la zaga políticos de su ámbito hábiles en criticar a los demás, pero que niegan el conflicto con su propio ombligo. Son los mismos que con una sonrisa de incapaces dejan al voto del colectivo asambleario la decisión que el complejín adjunto (en todos los partidos cuecen habas) evita tomar cuando le corresponde. Es la responsabilidad difusa, que entre todos la cultivan para echarle luego la culpa al alcalde.

En Vamos Granada, diseccionados como están por corrientes, parecen de escaso afecto a la ciudad que les paga. Será eso, cuestión de afecto.

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