Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Vaso medio

Si los granadinos somos pesimistas, es porque somos conscientes de cómo frustran nuestras aspiraciones

Fatalismo, desánimo, pesimismo… Es cierto que todos estos adjetivos y muchos más se nos han atribuido a los granadinos de manera recurrente. Que si nos invaden la melancolía y la tristeza ganivetianas, que si no nos reímos ni a tiros, que si en Sevilla, Córdoba y Cádiz son más salerosos… Que el carácter granadino no compagina con el de aquéllas tierras de Andalucía es más que evidente ¿y qué?

Es cierta la ausencia de empatía del granadino con el tipismo sevillano, alimentado antaño por Infante y ahora por el régimen juntandalucista -no hay más que ver Canal Sur para comprobarlo-, ¿y qué?

Pero las leyendas negras sobre el pesimismo y la indolencia granadina, la falta de emprendimiento, las fortunas muertas, la tierra del chavico y de la mala follá han construido una imagen falsa de nuestras gentes, valientes, laboriosas, responsables y conscientes del legado recibido. Leyenda que ha sido bien aprovechada por los detractores de Granada y por los partidarios del centralismo sevillano, que, temerosos de que nuestra región recupere el lugar que le corresponde, se han encargado de difundir una imagen negativa de los granadinos.

Frente al falso ideal andaluz -basado en el localismo sevillano-cordobés-, lo que sí que existe es un ideal granadino, fundamentado en una identidad propia muy distinta de la andaluza, con un territorio y una historia marcadamente singular y enormemente enraizada entre sus habitantes, que nos distingue sobremanera de Andalucía. Pobreza frente a riqueza; tierra alta de gentes cerradas frente a tierra llana y abierta; seriedad y austeridad frente a jarana y folklore; sencillez frente a arrogancia y prepotencia.

Pero estos factores clave de diferenciación entre sevillanos, cordobeses… y granadinos no pueden llevar a la equivocación de que aquí sólo somos pesimistas, derrotistas e indolentes, y que vemos siempre el vaso medio vacío.

Y si así fuera es porque los granadinos somos conscientes de cómo se frustran todas nuestras aspiraciones y proyectos, a pesar de la potencialidad y riqueza de nuestro Patrimonio histórico, cultura, gastronomía, costumbres, gentes, Historia…

Pero los granadinos comenzamos ya a ver el vaso medio lleno, porque la ilusión por el Granadexit y la constitución de una nueva autonomía para Granada que nos traiga la riqueza y el desarrollo que nos han negado Sevilla y Andalucía es cada día más patente. Y no sólo nos liberará del pesado yugo andaluz, sino que conseguirá que ésta sea una tierra de progreso y no de desigualdades e injusticias territoriales.

Veamos pues el vaso medio lleno. Granada lo necesita.

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