Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Venus, de hermosas nalgas

Una enciclopedia nos informa de que 'Afrodita Calipigia' quiere decir 'Venus, la de las hermosas nalgas'

Madrid está invadido de todas las evanescentes pavadas de la nouvelle cuisine. Por 50 euros, uno puede esnifar unas caramelizadas rayas de colores, dibujadas en el plato en torno a un pegote, de unos 25 gramos, de algo macerado durante 24 horas, con trazas de trufa, exhumada por el hocico de un perro, sensible para estas cosas. Pero también sigue siendo el rompeolas de todas las cocinas de España. No me pongo a enumerar los platos provinciales que se pueden comer en la capital, porque no quiero ser como esos novelistas que aliñan las páginas de sus relatos con incontables ingredientes tomados de la Wikipedia. Y si el protagonista es hipocondríaco, te servirán una larga lista de enfermedades, síntomas y remedios. Y si es lascivo, el relator te aburrirá con diez polvos tediosos, en posturas acrobáticas: que la gente no se gasta los dineros en los gimnasios para hacer el amor tumbada y recibiendo, como el abad de un cuento de Boccaccio que, para no herir a una novicia con su mucha solemnidad, prefería que la chica cabalgara sobre su imponente estructura corporal. No faltarán las velas ni los pétalos de rosa por el suelo ni jacuzzis de aguas hurgadoras. El caso es que todavía quedan en la capital galdosianas casas de comidas, donde por un precio ajustado te sirven un menú abundante y sabrosísimo. En uno de estos figones me invitó a comer arroz a banda un buen amigo que, además, me regaló una fábula de La Fontaine titulada Venus Calipigia (en la que compiten dos Venus siracusanas de 'hermosas nalgas'). Mi amigo, arabista y profesor universitario, me hizo reparar en uno de los versos de la fábula, políticamente correcto en La Fontaine y sicalíptico en dos de sus traductores españoles. Uno de ellos, M.A. Peinado, lo ha traducido así: "Cuál de los dos (culos) era más duro y carnoso", y el otro, García Ramón: "Cuál de ellas lo tenía más gentil, duro y carnoso", cuando el verso de La Fontaine solo decía: "Quelle des deux dessus l'autre l'emporte" ('cuál de los dos gana al otro'). A los postres -hojaldre delicioso-, convinimos en lo comprometido que está el libre albedrío del hombre ante estos prodigios calipígicos. E hicimos la promesa de que, en cuanto las mujeres puedan prescindir de la mirada del varón, ipso facto, nosotros dejaremos de mirarlas para recuperar nuestra comprometida libertad.

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