Crónica personal

Pilar Cernuda

Viernes negro

SE cumplieron los peores pronósticos: ETA ha vuelto a hacerlo, ha vuelto a ponernos el corazón en un puño, ha vuelto a matar, ha segado la vida de un ex concejal socialista en Mondragón.

Lo han hecho a sangre fría, sin corazón. Isaías Carrasco quedó tendido en el suelo, mortalmente herido, sin poder oír los gritos desgarradores de su mujer y de su hija. Descanse en paz. Deja un mundo turbulento en el que ETA es un problema de todos, como bien han comprendido Zapatero y Rajoy cuando decidieron reunirse y reunir a los restantes dirigentes políticos para analizar la situación y sumar esfuerzos.

Los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado trabajan con eficacia, han evitado catástrofes y han arriesgado su vida para impedir que ETA provocara auténticas masacres. Pero no se puede llegar a todo, es imposible luchar contra unos fanáticos sanguinarios dispuestos a dar un tiro en la cabeza al primero que se les ponga por delante, casi sin necesidad de organización previa.

Matar es fácil, dicen siempre los expertos en la lucha contra el terror. Tiene razón: matar es fácil cuando se hace a sangre fría y de forma cobarde, con tiros en la cabeza y en el cuello mientras sales de casa. Lo han hecho. Nos han llenado de desolación, pero ETA no va a impedir que acudamos a las urnas para votar a partidos democráticos que luchan a brazo partido contra la banda terrorista.

Han hecho bien Zapatero y Rajoy en cancelar los actos de cierre de campaña, actos festivos. Han hecho bien en condenar el atentado de idéntica manera, ha sido muy buena su decisión de sentarse a hablar. Nadie decente puede capitalizar un atentado terrorista, puede aprovechar una muerte; sería miserable el político que intentara barrer para casa, para su partido, a costa de la muerte de un hombre de 42 años que deja atrás mujer e hijos y al que quedaba lo mejor de la vida por delante.

Mañana es día de elecciones. Todo está abierto, la balanza puede inclinarse en un sentido y en otro, nadie tiene asegurada la victoria. Los etarras han irrumpido una vez más en la campaña de forma salvaje, sin misericordia, no solo para recordar que existen sino para presionarnos a todos con el fin de alcanzar sus objetivos políticos. No pueden ganar esa batalla, no la van a ganar. Y menos que nunca con la estrategia del asesinato, del atentado cruel.

Hagamos lo que ellos no querían que hiciéramos: acudamos a votar sin miedo, con la certeza de que el Gobierno, el que salga de las urnas, peleará contra el terrorismo con todas las armas a su alcance. Contamos con una policía y una guardia civil muy preparadas, que han demostrado que es posible luchar de forma eficaz contra los etarras. La derrota es posible, aunque este viernes negro es difícil mantener el ánimo alto.

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