Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

¿Viva sevilla y olé?

Nuestra tierra necesita volar del yugo sevillano si queremos alcanzar la prosperidad que Andalucía nos niega

No sé qué es lo que tiene Sevilla que abduce a todo el que es entronizado en su andaluza Junta. Sevilla por aquí, Sevilla por allá, viva Sevilla y olé… Y es que Sevilla tiene un color especial, sí…, es el color del dinero, verde, amarillo, azul, morado… que se viene invirtiendo a destajo en la metrópoli dominante del sur de España desde hace 40 años.

Que es una ciudad muy bonita, nadie lo duda, pero también cuidadísima, perfectamente atendida, con infraestructuras de última generación, con servicios de gran calidad, en fin, con todo lo deseable para una urbe que combina modernidad y tradición en el siglo XXI.

Me alegro de que Sevilla sea estandarte del buen hacer, pero el problema es que es a costa del dinero de todos, cuando además esta autonomía, a la que muchos no sentimos pertenecer, se ha empleado a fondo en mejorar a su metrópoli, postergando a otros territorios en las últimas cuatro décadas, y fundamentalmente a Granada -Reino durante siglos-, hasta el límite de colocarla en el último vagón del último tren de esta Andalucía a la que nuestro territorio pertenece de manera artificial, por más que les pese a los mandamases andaluces.

Y a propósito de trenes, el último ninguneo a Granada se ha dado la semana pasada, cuando la consejera de Fomento anunciaba su intención de conectar la granadina estación de Andaluces con el aeropuerto de Sevilla por vía ferroviaria. ¿Dónde queda nuestra conexión por tren con el aeropuerto de Granada? ¿Es que los viajeros que llegan a nuestro aeropuerto no tienen derecho a que ningún tren les acerque a Granada y viceversa?

En fin, que es más importante que Granada esté conectada con el aeropuerto de Sevilla que con el nuestro propio. No es de extrañar, ya que el aeropuerto de Granada -como todo nuestro territorio- vive en permanente capa caída y tiene en el aire las conexiones internacionales, por lo que, mientras más se postergue, menos viajeros y menos turistas llegarán por aire a nuestra ciudad.

Nuestra tierra necesita volar del yugo sevillano si es que queremos alcanzar la prosperidad que Andalucía nos niega. La existencia de una autonomía propia, distinta de la andaluza es acuciante, máxime cuando su Junta -sea del color político que sea-, da muestras permanentes y objetivas de que Granada no es su prioridad, ni nunca lo será.

Lo cierto es que los granadinos ya tampoco queremos ser su prioridad, sino la de nuestra propia autonomía. Y si viva Sevilla, viva también Granada. No lloremos como Boabdil y recuperemos ya nuestro autónomo esplendor.

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